United States or Niue ? Vote for the TOP Country of the Week !


Yo no lo había visto. ¿Cuándo lo han puesto?... Mas el mayordomo, sin contestar a la pregunta y con el esfuerzo de quien cumple un deber penosísimo, díjole balbuceando: Su majestad la reina la dispensa del servicio..., y me encarga le manifieste su deseo de que devuelva la cruz de dama...

Cuatro gotas de esto pueden, tal vez, ahora, retrasar la catástrofe; acaso consigamos una reacción, una crisis que devuelva a madre la salud... pero el remedio va a obrar en un organismo muy gastado, sin resistencia ni vigor, y si no tiene fuerzas para soportarlo se muere... es decir, la matamos.

La litera se puso en movimiento. ¿A qué vas al alcázar, hija mía? No voy yo, sino vos. Tomad. ¡Ah! ¡la orden de libertad de don Juan! ¡no se la has dado! ¡quieres que la devuelva al duque de Lerma y que el proceso siga! ¡haces bien! ¡ese no es digno de nuestra protección! ¡no amarte á ti que tanto le amas! ¡que tanto haces por él! ¡véngate! ¡ya que no sea tuyo, que no sea de la otra!

Empecemos por la elección de tela. ¿Elige usted la muselina blanca con viso de foulard? Pues entonces no puede adoptarse la casaca. Sobrino me ha dicho que le devuelva el que me sobre. El gros glasé me lo pone a veinticuatro reales.

, señores añadió mirando con gravedad y suficiencia a los tres o cuatro oficiales que le oían : es preciso hacer algo por la patria; urge inventar algo sorprendente, que en un periquete nos devuelva todo lo perdido y asegure a nuestra marina la victoria por siempre jamás amén. A ver, Sr. D. José María dijo un oficial ; explíquenos usted cuál es su invento.

dijo Juanita; Carlos ha depositado en mis manos su fortuna. ¡Qué le resta, pues! replicó el anciano; lo que ha hecho Carlos está bien hecho. No quiero nada. Nada pido, sólo ruego al Cielo que devuelva a usted la salud.

Eres una manirrota la decía , como toda tu casta, y vas a dejar a tu hija en la miseria, después de quererla tanto, o te falta juicio, o te sobra amor. Elige. Me falta juicio respondió la marquesa. Pues recóbrale. Que me le devuelva quien me enseñó a perderle. No te canses en predicarme, porque por donde quiera que tomes el punto, estás desautorizado para ello.

Yo la he buscado sin cesar por todo Madrid; he pasado noches enteras junto a la casa de la calle de la Sal examinando quién entraba y quién salía; he dado dinero a los criados, aguadores, lavanderas, a los escribientes del licenciado, a cuantas personas visitaban la casa; pero nadie me ha sabido dar razón, nadie, nadie. ¿Es esto para desesperarse? ¿Es esto para morirse de pena? ¡Trabajar tanto, cavilar tanto para sacarla del poder de sus tíos; cometer grandes pecados y exponer uno su alma a las horribles penas del Infierno para ver desvanecida como el humo aquella esperanza encantadora, aquella soñada dicha y suprema felicidad!... ¿Será castigo de Dios por mis culpas, Gabriel? ¿Lo crees así? ¿Apruebas lo que estoy haciendo ahora, que es rezar mucho y pedir a Dios que me perdone o que me devuelva mi Inesita, aunque no me perdone? ¿Crees que concurriendo a la bóveda de San Ginés con gran constancia y devoción podré alcanzar de Dios alguna misericordia? ¡Ay!

Yo respiro la brisa que acaso haya pasado por los campos y ríos de mi pueblo natal; ¡acaso me devuelva lo que antes le he confiado: los besos y suspiros de un ser idolatrado, las dulces confidencias de un amor virginal!

Quiero verla arrastrarse otra vez a mis pies antes de la partida de la loca... Pero, ante todo, iré a pedirle a Marta que me devuelva la prueba; sin esa arma soy impotente. ¡Oh, vamos a verlo! La condesa me dará cuenta de su infame complot. Al decir estas palabras, se dirigió al cuarto de la viuda y golpeó a la puerta. Esperó un rato, volvió a golpear y dijo: Marta... Marta... soy yo.