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Alcancé éxitos, puedo decirlo sin orgullo hoy que nuestro parlamento mismo está olvidado. Me parecía que mi camino estaba trazado. En él hallaba medio de desplegar la actividad devoradora que me consumía. No qué insuperable esperanza me quedaba de volver a encontrar a Magdalena. No me había dicho ¿adiós o hasta la vista?

Parecía que estaba dormida; pero a la blanda voz de su amigo abrió los ojos, y, mirándole con inquieta expresión, balbució: ¿Eres ?... ¡Cuánto has tardado! Pero ya no me voy sin ti dijo él, enérgico y amoroso . Aunque no quieras, te llevo ahora mismo. Parecía que quería clavarla sus palabras en el corazón, mientras la pulsaba con ansiedad devoradora.

El propio Zeli se llevó a Lescoët, que no daba señales de vida. Ahora dijo Kernok , un buen emplasto de pólvora de cañón y de vinagre sobre esos rasguños, y mañana no tendrá nada. Después, dirigiéndose al timonel: Corre una buena bordada al SO.; si se ve una vela, avísame. Y descendió a su cámara para reunirse con Melia. ...Ese tumulto espantoso, esa fiebre devoradora... es el amor...

Con el alba despertaron muchos sintiendo las angustias de una sed devoradora, y sus mujeres e hijos salieron a traer agua de los arroyos vecinos. ¡Poder de Dios! Los arroyos estaban secos. Hoy es Tintay una pobre aldea de sombrío aspecto, con trescientos cuarenta y cuatro vecinos, y sus alrededores son de escasa vegetación. El agua de sus arroyos es ligeramente salobre y malsana para los viajeros.

Marcial imitaba con los gestos de su brazo y medio la marcha de las escuadras, la explosión de las andanadas; con su cabeza, el balance de los barcos combatientes; con su cuerpo, la caída de costado del buque que se va a pique; con su mano, el subir y bajar de las banderas de señal; con un ligero silbido, el mando del contramaestre; con los porrazos de su pie de palo contra el suelo, el estruendo del cañón; con su lengua estropajosa, los juramentos y singulares voces del combate; y como mi amo le secundase en esta tarea con la mayor gravedad, quise yo también echar mi cuarto a espadas, alentado por el ejemplo, y dando natural desahogo a esa necesidad devoradora de meter ruido que domina el temperamento de los chicos con absoluto imperio.

Acaso ella se mostrase tan triste como él y entonces, esa identidad de sentimientos sería un alivio para su pena. Y el curtido corazón de Fortunato se apretó al recibir esta prueba de la pena efectiva y devoradora del hijo á quien amaba tan tiernamente. Una gran melancolía se apoderó de él. Presintió que estaba destinado al más cruel de los sacrificios; el de la tranquilidad de sus últimos días.

El reloj del Cabildo golpeó en aquel momento las tres de la madrugada, y el eco de la campana se extinguió en el silencio de la noche. Sabe que tengo un hambre devoradora y que siento frío me dijo, entremos y su rostro, al pronunciar estas palabras, no reflejaba la más mínima impresión por lo que acababa de suceder. Blanca le dije, ¿me ama usted?...

Los escasos enemigos que tenía en el municipio, gente de oficio como decía doña Bernarda devoradora de papeles contrarios al rey y la religión, atacaban al cacique, censuraban sus actos, y todo el rebaño de don Ramón se estremecía de cólera e impotencia. ¡Había que contestar! A ver: uno que fuese a consultar al quefe.

Los sirvientes parecen salidos de las aguas y no enjugados; las ruedas, que están contiguas, hacen un ruido infernal, que impide oír una palabra, la sed devoradora sólo puede aplacarse con el agua tibia o el vino más caliente aún... ¡Imposible!

Siquiera por el singular contraste que en aquel parage ofrecian la ominosa fortaleza, donde el falso celo religioso habia perpetrado por obra del malvado Luzero tantos crímenes horrendos , y aquella sagrada palestra, donde el verdadero amor de Jesucristo habia recogido tantas celestiales palmas; por esto solo parece que debieran los hijos de Córdoba haber mantenido con esmero aquel edificio libre de la devoradora carcoma de las cárceles, conservando en él hasta los muebles del tiempo del pérfido inquisidor: é intacto el sencillo monumento que la piedad discreta, generosa y tierna de Ambrosio de Morales, consagró á la legion de mártires que desde aquella esplanada se habia elevado triunfante al Empíreo .