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Madrugo. El baño me fortifica y me alegra el espíritu. Tendida en la pila, con la mano en el grifo, dejo que el agua tibia me enerve, y la fantasía como en sopor se detiene en imágenes plásticas tranquilas y suaves. Después tiemblo dentro de la sábana y vuelvo gozosa al calor de mi cuerpo, contenta de la vida que siento circular por mis venas.

Me divisa al lejos, se maravilla al verme, detiene el paso, y enroscándose en mismo, se dijo: "¿Quién es aquel viento, el más débil de todos mis hermanos, que con su vuelo lánguido y perezoso se arriesgó a entrar hasta en mis estados hereditarios?"

D. Félix acató tal consejo y decidió no volver á Asturias hasta el verano siguiente. Pocos días después de su partida D.ª Beatriz emprendió el camino de Entralgo. La cuesta de Canzana es agria. La dama, sometida desde hacía largos años á una clausura casi completa, la sube con trabajo. A menudo se detiene y derrama una mirada por el valle que se extiende á sus pies.

Se ve a mismo acercarse a la gran mesa de tapete verde con paso vacilante, arrastrando sobre la alfombra sus gruesos zapatos clavados. Semejante a muchos chicuelos de París que han soportado duras privaciones, Juan se presenta con una figura flaca y demacrada. Intimidado y tembloroso, hace girar entre sus manos una vieja gorra color azul desteñido, y se detiene ante la comisión.

Gertrudis se inclina hacia adelante para quitarse el zapato; pero su mano tiembla, y se detiene fatigada. Deja que te ayude dice él. Un movimiento brusco, y el zapato salta al lado de ella, le sigue la media, y, arrastrándose hasta la orilla del río, la joven sumerge hasta el tobillo el pie desnudo en la frescura de la corriente. ¡Oh! ¡qué bien hace esto! murmura aspirando el aire profundamente.

B cogiéndole in fraganti, ¿cree U. que esa reglamentacion es un bien para la Francia?» «Sin duda que no, bajo el punto de vista de la agricultura, me replicó. Pero ¿qué quiere U. que se haga, si nuestro gobierno tiene una excelente renta con el monopolio del tabacoUn frances, por regla general, se detiene en presencia de un hecho como ante una muralla.

Decídese y continúa hasta tres millones. Ahí se detiene, y se le adjudica la propiedad a M. Gibert. Arrójanse todos sobre él, lo rodean, lo abruman... «¡El nombre, el nombre del compradorEs una americana responde Gibert, madama Scott. ¡Madama Scott! exclama Pablo. ¿La conoces ? pregunta madame de Lavardens. ¡Si la conozco, si la... no, absolutamente!

El señor de La Tour de Embleuse, sentado en un rincón del jardín, frente a la casa, se parecía al animal que ha corrido tres días por el desierto en busca de agua fresca y que se detiene con el último impulso ante el manantial deseado, con el ojo sangriento y la lengua colgando.

Cierra los ojos, y la tierra le falta bajo el pie y se siente llevado por los aires. Cuando de nuevo se atreve a mirar, la procesión se detiene a la orilla de un río donde las brujas departen sentadas en rueda. Por la otra orilla va un entierro. Canta un gallo. ¡Cantó el gallo blanco, pico al canto!

Resuelto a echarlos de allí, va directamente hacia el grupo; pero de repente se detiene petrificado, con los brazos caídos... En medio del grupo, con los ojos terribles, avanza tambaleándose su hermano Juan. ¡Juan! exclama estupefacto.