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Así, poco más ó menos, éramos nosotras en el tiempo de los emperadores. Los hombres, para sostener su despotismo, ensalzaban los méritos de la mujer recluida en la casa, llevando una existencia de esclava y administrando con economía la fortuna del marido.

Mi hermano dice que en la jerigonza del día hay una palabra inventada por el genio del mal y del orgullo, especie de palanca a que no resisten los cimientos de la sociedad y que ha ocasionado más desventuras a la especie humana que todo el despotismo del mundo. ¿Y cuál es esa palabra preguntó Rafael , para que yo le corte las orejas? Esa palabra dijo la marquesa suspirando es la noble ambición.

El despotismo y la arbitrariedad eran en aquella época el alma de toda la política europea, y en tal supuesto es fácil de comprender que la balanza del mal se inclinara decididamente á la parte de España.

Aún tiene en sus ubres leche suficiente para todos; sólo que son muy pocos los que se agarran a ellas y se hartan hasta reventar, mientras los demás mugen de hambre. Hay para morir de risa cuando hablan de igualdad y del espíritu democrático de la Iglesia. Una mentira: en ninguna institución impera un despotismo tal cruel.

La baronesa creía que bajo las inesperadas artísticas aficiones de su lectriz emboscábase una intentona de emancipadora rebelión, y ya que no pudiese oponer un formal veto sin manifestar al desnudo su celoso despotismo, desahogó su mal humor presentando un diluvio de objeciones. ¡Es gracioso que esa señorita se permita disponer de su tiempo sin mi permiso! dijo a su sobrino.

Fundó la provincia dominicana del Santísimo Rosario de Filipinas y al Colegio de Santo Tomás base de la futura Universidad. ¡Y la verdad, lo mismo que Dios, que impone su invariable ruta, tendió al justificado despotismo de ser verdad, que es una y absoluta!

¡Con qué terror pensaba Jaime en el poder de los muertos!... Ocultábanse para hacer menos cruel su despotismo, pero no habían muerto realmente. Sus almas estaban agazapadas y vigilantes en los límites del campo de nuestra existencia, así como sus cuerpos formaban un campo atrincherado en torno a las aglomeraciones humanas.

Era igual á las mujeres descritas por el doctor Flimnap que vivían en las épocas anteriores á la Verdadera Revolución. Ra-Ra contaba las últimas aventuras de su existencia errante y sus trabajos para destruir el despotismo femenino. Creía en un triunfo próximo con la fe de los visionarios, que siempre colocan la victoria de sus ideales dentro de breve plazo.

Del portamonedas de Barbarita, siempre bien provisto, salía el importe, y como hubiera un pico en la suma, tomábase la libertad de suprimirlo por pronto pago. Ea, chicos, que lo mandéis todo al momento a casa decía con despotismo Estupiñá al despedirse, señalando las compras.

Era nuestro héroe ya muy hombre y todavía al recordar estos abrazos experimentaba una dulzura inexplicable. Desgraciadamente, como sucede casi siempre, Petra se desvaneció con el poder; en vez de mantener su dominio en los límites discretos y convenientes, empujolo lentamente hasta los últimos extremos, convirtiéndolo en un despotismo escandaloso y repugnante.