United States or Niger ? Vote for the TOP Country of the Week !


Durante el camino no me atreví á despegar los labios. Ella también iba silenciosa. El conde y Pedro charlaban de las ocurrencias de la caza. Cuando llegamos á casa era ya noche. Lo primero que vimos en el portal fué á la monísima Emilia que extendió los bracitos hacia su madre gritando de alegría.

Ramón Limioso, serio y aún melancólico, se limitó a entregar a Barbacana el latiguillo, sin despegar los labios. ¡Van... buenos! tartamudeó el abad de Naya reventando de risa. Yo mallé en ellos... ¡como quien malla en centeno! exclamó respirando con placer el de Boán.

Profunda debió ser la impresión que esta noticia causó en el ánimo de Asunción, porque no volvió a despegar los labios y siguió escuchando consternada las razones de su amiga, que las amontonaba de un modo incoherente, pero con resolución. El paseo se iba poblando poco a poco.

La muchacha, que algo más lejos, sentada en el suelo, miraba pastar a unas vacas, también se volvió instantáneamente. ¡Diablo de señorito! exclamó el paisano tranquilizándose inmediatamente. Me ha asustado... Salta como un contrabandista. La muchacha le miró fijamente sin despegar los labios. Dispensen ustedes dijo Andrés un poco acortado.

Me consta, porque estuve á saberlo, contra la voluntad del interesado, que se hubiera creído en pecado mortal si un sobretodo le obligara á mover un pié ó á despegar un labio.

Una mujer en quien antes no había reparado y que estaba ocupada en el fondo de la cocina se volvió bruscamente, y sólo por la visible emoción que demostró la dama adivinó el inspector general que tenía enfrente a Miguelina... Respiraba penosamente, bajaba los ojos, retorcía con gesto maquinal las puntas del pañuelo que tenía en la mano y acabó por saludar sin despegar los labios.

Volviose a su habitación y quiso escribir a Antonia; pero no pudiendo coordinar sus ideas, arrojó la pluma, y con la frente apoyada sobre el borde de la mesa, quedó inmóvil y sin conciencia de mismo hasta que vino a sacarle de su marasmo la voz de José, diciéndole que le aguardaba el doctor. Sin despegar los labios se levantó Amaury y siguió al criado.

D. Valentín no creo que sea hombre muy interior, espiritual y contemplativo; pero como tiene tanto miedo á su mujer y quiere darle gusto siempre, vive también á lo místico, apartado del trato humano, y yo le juzgo capaz de azotarse con unas disciplinas, no tanto por amor de Dios, cuanto por amor y por miedo de Doña Blanca. Don Fadrique escuchaba y callaba. No tenía humor de despegar los labios.

Se detuvo para darle tiempo de contestar, de decir algo; pero el Príncipe le miraba sin despegar los labios. ¿Parece, entonces, que la generosidad de que estaba usted animado en los primeros días, cede, por fin, y ya no le importa a usted tanto salvar a la reo? ¿Salvarla?... ¿Me engaño, entonces? ¿Finge usted asombro o ignorancia?... Ambos están de más. La amiga de usted ha confesado. ¿Qué?

Á pesar de esto no se notó que huyera las ocasiones de acompañarla; antes al contrario, parecía que las solicitaba. Mas, una vez á su lado, dejaba pasar las horas sin despegar los labios, apresurándose á cumplir sus órdenes más insignificantes. La timidez del mayordomo no era en verdad de la misma índole que antes. Había en ella más idolatría á la mujer que respeto á la señora.