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Las cosas quedaron, pues, como estaban un mes antes y tan sólo Jacobo pudo notar en Currita, con harto despecho suyo, esa extraña anomalía de la mujer, que consiste en mostrarse servilmente sumisa con el hombre que la oprime y ferozmente tirana con el que se le somete: rasgo a la verdad poco noble, que hace común san Ignacio de Loyola en su famoso libro de los Ejercicios al mismísimo demonio, con estas textuales palabras: «El enemigo se hace como mujer, en ser flaco por fuerza y fuerte de grado...». Mientras en sus relaciones íntimas con la dama se mostró Jacobo duro y despótico, imponiéndole en todo su voluntad como dueño, hallóla siempre dócil y sumisa, pronta a sacrificarse por él y a prestarle todos los homenajes, con la humildad del pobre que al quemar ante el ídolo su incienso no espera ni pide otra recompensa que la satisfacción de verlo aceptado.

Y mientras los dos hombres se veían impulsados por un cariño un tanto despótico a sentarse a la mesa, Leonora, seguida de su doncella, entraba en la habitación inmediata, poniéndola en revolución con un retintín de llaves y ruidoso abrir de cofres.

Las vivencias en los corrales salen más baratas; pero hay todos los días reyertas sobre si el pozo, sobre si la alberca, sobre si la ropa, etc., que hacen la vida más fastidiosa. Luego la casera ejerce sobre ellas un mando despótico y abusa de su posición.

Y en efecto, tan pronto como me determiné a quedar en aquel cuarto, llamó otra vez a la doméstica y comenzó a dictar una serie de disposiciones respecto al aseo del pavimento, a la cama, al lavabo, etc., en un tonillo despótico, que no dejó de causarme gracia por venir de tan microscópica persona.

Debe evitarse á todo trance que los 300.000 malayo-mahometanos de Mindanao vayan á engrosar la población de Borneo, como ocurría el año 84 en Joló, desde donde, en vapores ingleses, subvencionados con fondos de aquel Gobierno militar para otros fines, miles y miles de familias abandonaron sus hogares, para caer en Sandacan bajo el poder despótico ó esclavitud encubierta de las Compañías inglesas que explotan aquellos territorios.

Desenvolviéndose los acontecimientos, veremos las montoneras provinciales con sus caudillos a la cabeza; en Facundo Quiroga, últimamente triunfante en todas partes, la campaña sobre las ciudades, y dominadas éstas en su espíritu, gobierno y civilización, formarse al fin el Gobierno central, unitario, despótico del estanciero don Juan Manuel de Rosas, que clava en la culta Buenos Aires el cuchillo del gaucho y destruye la obra de los siglos, la civilización, las leyes y la libertad.

Jaime, muchacho gordinflón y bullicioso, se encariñó en seguida con este camarada calmoso y fuerte que se sometía a sus caprichos. Su «amigo Juan» se le hizo indispensable. No tardó el niño pobre y reflexivo en tener una ligera influencia saludable sobre el niño rico. En cuanto a María Teresa, demasiado pequeña para ser otra cosa que un despótico baby, era gran favorita de Juan.

Pronto, sin embargo, toman las cosas mal aspecto: el marido es receloso y despótico, y no deja á la mujer, que desea vivir con la necesaria libertad, solaz ni entretenimiento alguno lícito.

Vivían juntos, ambos solteros y entregados al cuidado despótico de D.ª Mariquita, ama de llaves y dueño absoluto de sus vidas y haciendas. D. Juan, a fuerza de pasear su mirada severa y majestuosa por el mar de cabezas que se extendía desde la valla hasta la puerta del templo, tropezó con la calva reluciente del pigmeo de su hermano.

»No obstante su respeto por aquella recomendación sagrada, y sobre todo su timidez natural, aumentada aún por el carácter despótico e impetuoso de aquel hombre, la imponían una especie de sumisión, soportando pacientemente sus impertinencias y disimulando en parte la aversión que le inspiraba.