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Niño no queriendo Pampa dijo pronunciando lentamente, con la singular entonación que acostumbraba, niño pegando ayer Pampa, ¿por qué? Porque eres muy mala y desobediente. ¿Qué queriendo decir desobediente? ¡Qué gracia! desobediente es aquella persona que no hace caso de lo que se le manda.

El noviazgo quedaba suspendido: ya no admitía cortejos ni visitas. ¡Y en cuanto al Capellanet!... Este mal hijo, desobediente y revoltoso, tenía la culpa de todo.

Pasaba horas y horas mirándose las uñas o frotándose una mano con la otra, dejando escapar de vez en cuando gritos extraños, inarticulados. Tenía cerca un criado que, cuando se mostraba desobediente y se enfurecía, le castigaba. Pero a quien más respeto tenía, y aun puede decirse verdadero temor, era a su hija.

Y doña Victorina, la única señora que se sienta en el grupo europeo, podrá decir si el Tabo era tumbon desobediente y caprichoso, doña Victorina que como siempre está nerviosa, lanza invectivas contra los cascos, bankas, balsas de coco, indios que navegan, ¡y aun contra las lavanderas y bañistas que la molestan con su alegría y algazara!

Al punto de la entrevista, que era, sin duda, el más interesante, me respondía que estaba dispuesta a concedérmela, con tal que fuese solo. «A la hija ingrata y desobediente no quería verla más en casaAdemás, había de ser a presencia de don Oscar. No tuve inconveniente en suscribir estas condiciones, que ya de antemano presumía. Quedé citado para el día siguiente, a las ocho de la noche.

Pero dada la severidad natural del carácter puritano en aquellos tiempos, no podía sacarse semejante deducción, fundándola sólo en el aspecto de las personas allí reunidas: tal vez algún esclavo perezoso, ó algún hijo desobediente entregado por sus padres á la autoridad civil, recibían un castigo en la picota.

Si esta excelente señora quiere seguir mi consejo, no sólo no concederá el perdón a su desobediente hija, sino que mañana mismo la reclamará. La voz cavernosa del enano, poblando de sones ásperos y profundos la estancia, resonó todavía después de haber callado.

El capitan era un señor de aspecto bondadoso, bastante entrado en años, antiguo marino que en su juventud y en naves más veleras se había engolfado en más vastos mares y ahora en su vejez tenía que desplegar mayor atencion, cuidado y vigilancia para orillar pequeños peligros... Y eran las mismas dificultades de todos los días, los mismos bajos de cieno, la misma mole del vapor atascada en las mismas curvas, como una gorda señora entre apiñada muchedumbre, y por eso á cada momento tenía el buen señor que parar, retroceder, ir á media máquina enviando, ora á babor ora á estribor, á los cinco marineros armados de largos tikines para acentuar la vuelta que el timon ha indicado. ¡Era como un veterano que, despues de guiar hombres en azarosas campañas, fuese en su vejez ayo de muchacho caprichoso, desobediente y tumbon!

Isabel continuó el cura, escribió al Papa una larga carta para justificar su conducta y solicitar su perdón. «No soy una rebelde decía, ni una desobediente; quiero obedecer y morir a vuestros pies, cuando me hayáis hecho el favor de oír una sola palabra para mi justificaciónInocencio IV había hablado a la Princesa de la excelencia y de la santidad del matrimonio...

Como Watson fingía no oírla y continuaba su trote, acabó ella por echar mano al lazo que guardaba en el delantero de la silla, y lo deslió para arrojarlo sobre el fugitivo. ¡Venga usted aquí, desobediente! El lazo cayó sobre Ricardo con exacta precisión, aprisionándolo, pero cuando Celinda empezaba á tirar de él, sacó el ingeniero un pequeño cuchillo, cortando la cuerda.