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Si no, dime: ¿no has visto representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales.

Pero si alguna confianza le inspiraron mis palabras aquel día, bien poco le duró a la infeliz; porque a la mañana siguiente, tras una noche de lluvias torrenciales, apareció radiante el sol en un cielo sin nubes, y el suelo del valle y las laderas de los montes desnudándose a toda prisa de sus blancas y espesas envolturas, que, convertidas en arroyos cristalinos y murmurantes, corrían por prados y regateras a sumirse en el álveo del Nansa, henchido ya hasta las malezas de sus bordes, entre las cuales iba dejando el río la carga de sus espumas.

Y, desnudándose con toda priesa las calzones, quedó en carnes y en pañales, y luego, sin más ni más, dio dos zapatetas en el aire y dos tumbas, la cabeza abajo y los pies en alto, descubriendo cosas que, por no verlas otra vez, volvió Sancho la rienda a Rocinante y se dio por contento y satisfecho de que podía jurar que su amo quedaba loco.

Y Quevedo se acostó, no así como quiera, sino desnudándose como si hubiera estado en su casa. Pero por esta vez no se durmió. Había descabezado, como suele decirse, el sueño en la silla de manos; la situación en que se encontraba era grave por más de un concepto, y su poderosa imaginación empezó á dar vueltas.

Y de nuevo, la voz ajena y sosegada que solía susurrar en el fondo de su conciencia, le habló de esta manera: Abandona la brega de los hombres. No hay vida más heroica, más fuerte, vida más vida que la de aquel que, desnudándose por entero del vano ropaje mundanal, sigue la senda de Cristo Nuestro Señor.

Era una solución digna de su cabeza destornillada. Con estos comentarios fue desnudándose, y al apagar la luz experimentó entre las sábanas la voluptuosidad del que se ve solo después de haber sufrido una compañía enojosa. ¡Ah, las mujeres! ¡Lástima grande no poder vivir sin ellas!

Pasábamoslo en la iglesia notablemente, porque al olor de los retraídos vinieron ninfas, desnudándose para vestirnos. Aficionóseme la Grajales; vistióme de nuevo de sus colores. Súpome bien y mejor que todas esta vida; y así, propuse de navegar en ansias con la Grajal hasta morir. Estudié la jacarandina y en pocos días era rabí de los otros rufianes.

La barca sale en salvo, y descargando La ropa y aderentes de la guerra, En busca de las balsas torna á prisa, A donde todos andan sin camisa. El que es buen nadador, aunque con miedo, Al agua desnudandose se arroja: Quien no sabe nadar estáse quedo, Y en la balsa metido bien se moja.