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Sacrifican así, esos espíritus escogidos, una gloria seria y permanente, por una gloria inconsistente y del momento. Cané principió por dejarse seducir por el diarismo político y derrochó un espléndido talento en escribir artículos de combate que, deslumbradores fuegos de artificio, vivieron lo que viven las rosas, el espacio de unas horas. ¿Quién se acuerda hoy de ellos?

La noche de la tertulia a que asistió por primera vez el Vizconde de Goivoformoso, la mayor de las señoritas de Pinto, que se llamaba Julia, tenía un collar de brillantes coleópteros, cuyos élitros, heridos por la luz de lámparas y bujías, lanzaban deslumbradores y tornasolados reflejos; y la segunda, que se llamaba Flora, llevaba zarcillos y collar de uñas de tigre, muy lustrosas y acicaladas, engarzadas en oro.

Si se hubiera atenido á cuidar de la representación externa de los dramas, imitando en lo posible la verdad; acomodar el traje al carácter de los papeles que se desempeñaban, y hacer á las decoraciones más ilusorias, el arte habría ganado sin duda; pero no se limitó á esto sencillamente: disfrutó con la ostentación y el lujo del aparato escénico, y con los efectos teatrales deslumbradores, é impulsó á los poetas, á quienes pagaba, ó que deseaban complacerlo, á seguir la misma tendencia, y á componer comedias semejantes á óperas, y calculadas para dar lustre á los espectáculos que se representaban.

Fueron cinco años de aturdimiento en que desfilaron ante su vista calles populosas, teatros resplandecientes, hoteles magníficos, salones de baile, trajes deslumbradores, muchos conocidos y ningún amigo. Su marido se plegaba a sus caprichos a la fuerza, como un oso indómito que obedeciese gruñendo al palo del domador. Habían tenido una niña, que se murió a los cuatro meses.

¡Injuria, no! pudorosa dijo Leila, en su bravura aumentando su hermosura hasta hacerla portentosa. ¡Injuria! ¡Dios me maldiga si yo te ofendí, señor; que con espanto y horror su maldicion me persiga! Y demudado el semblante, deslumbradores los ojos, ardientes los labios rojos, alto el seno palpitante, trasportada, poderosa, más y más resplandeciente, alzaba su pura frente de candor esplendorosa.

Y sin embargo, no era ella, puesto que ahora Tragomer, después de haber sospechado que vivía, estaba cierto de que llevaba un nombre distinto del suyo. Miró de nuevo la fotografía. Juana Baud era tan morena como rubia Lea Peralli, pero la estatura era la misma y tenía los mismos dientes deslumbradores en una boca encantadora.

Cuando penetraba el sol por ellos, solo el reflejo que producian sus rayos en el techo y las paredes bastaba para cegar á cualquiera; así, cuando An-nasír queria intimidar á algun personage de cuya lealtad no estaba seguro, con una seña que hiciese á uno de sus eslavos, al punto la masa de azogue empezaba á moverse, y sus vívidos reflejos producian en todo el salon unas luces como relámpagos deslumbradores.

La esbeltez conseguida y mantenida por esta tensión de la voluntad dejaba más visible la robustez de su andamiaje, el fuerte esqueleto, con mandíbulas poderosas y unos dientes grandes, sanos, deslumbradores, que tal vez daban origen á la comparación irreverente de Desnoyers. «Es delgada y sin embargo enorme», se decía al examinarla.

Bien se acordaba también de otra que había pasado algunos años haciendo flores, y de otra cuyos finos dedos labraban deslumbradores encajes. ¿Por qué no había de ser ella lo mismo? El trabajo no la degradaba. ¡La honrada pobreza y la lucha con la adversidad cuán bellas son!

La monótona procesión de cielos azules y soles deslumbradores, de cortos crepúsculos y noches estrelladas, que se deslizaba sobre Red-Gulch, fue interrumpida algún tanto por los incidentes que se acaban de relatar.