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De esta suerte, ya que no los censores graves; los que no lo son ni tienen autoridad para serlo, en lo amoroso perdonarán á usted las verduras, y en lo pesimista las injurias contra la Providencia, cuyos designios y planes, que ignoramos y debemos acatar, tal vez brillan justificados después de tales ataques.

Con este objeto emprendió el estudio de las matemáticas, en las que hizo rápidos y asombrosos progresos; y cuando su edad le permitió realizar sus designios, se embarcó para hacer su aprendizaje náutico. Toda su ambicion se reducia entonces á adquirir los conocimientos que se necesitan para ocupar el puesto de piloto.

No acababa el buen Lucas de echar los ojos por todas partes, donde veía nuevas delicias y bellezas; y hubiera querido detenerse algún tanto aquí ó pasar adelante, pero le atajó sus designios y embarazó su gusto un escuadrón de espirítus bienaventurados; y el más autorizado entre ellos que en el aire del semblante, en la majestad de sus pasos y en la cruz resplandeciente que traía, creyó era príncipe de la milicia celestial; el cual, volviéndose á mirar á Lucas, le dijo con palabras algo severas: ¿Y ? ¿Cómo estás aquí? ¿Te has confesado?

Hijo mío añadió . María , las altas prendas de la que va a ser irremisiblemente tu mujer no necesitan ser ponderadas en esta ocasión, porque harto las conocemos todos. Ahora, con el trato, se avivará el inmenso cariño que os profesáis desde hace algunos años, señal evidente de que Dios tenía ya decidida vuestra unión en sus altos designios.

Así que, señora mía, prevengamos, como tengo dicho, con nuestra diligencia sus designios, y partámonos luego a la buena ventura; que no está más de tenerla vuestra grandeza como desea, de cuanto yo tarde de verme con vuestro contrario.

Entre mis muchas aventuras tampoco me ha faltado la de toparme de manos á boca con bergantes que encubrían sus traidores designios pretendiendo ser mensajeros de Su Alteza, insistió el señor de Morel. Veamos qué credenciales os abonan. ¡Á la fuerza, entonces! gritó el jinete echando mano á la espada. Si sois caballero, dijo el barón, continuaremos nuestra entrevista aquí mismo.

Reteniéndote en mis brazos me hubiera rebelado yo contra los designios y decretos del cielo. La gloria te quiere para , y yo no quiero ni puedo ser rival de la gloria. Básteme la que alcanzo con haber poseído tu corazón y con que me hayas tributado las primicias de tu amoroso y juvenil afecto.

Imaginábame a Henzar con la espada en una mano, la llave en la otra y en los labios su cínica sonrisa, pero no conocía con certeza sus designios. Pronto salí de dudas.

Ante los designios de la Naturaleza, de la Humanidad, del gran Todo, ¿qué puede el hombre? ¡El hombre! esa hormiga, menos aún, esa pulga... todavía mucho menos. Ese coquito... menos aún, ese... ¡puñales! agregó Torquemada con sarcasmo horrible, remedando la voz de la sibila y enarbolando después el puño cerrado.

Este brazo secular, este permanente Josué con que el Padre Ambrosio soñaba, era el pueblo español y era su soberano: flamante pueblo de Dios y nuevo e inmortal caudillo que la providencia suscitaría a fin de que se cumpliesen sus altos designios, de todo lo cual la lozanía juvenil de todo Portugal, Aragón y Castilla era como signo precursor, era como primavera riquísima en flores, que alegraban el corazón y ya le daban en esperanza segura el venturoso y sazonado fruto.