United States or Czechia ? Vote for the TOP Country of the Week !


La seda, deshilachada en los sitios de mayor roce, dejaba escapar las vedijas de algodón de su acolchado. Pero a pesar de esta ruina y de los pantalones y botines de obrero europeo que dejaba ver por debajo de la vestidura oriental, el árabe de Siria ofrecía un hermoso aspecto. Ojeda lo reconoció: era el Emir.

Ellos no tienen culpa alguna decía el viejo , pero yo no puedo quererlos. Además, ¡tan semejantes á su padre, tan blancos, con el pelo de zanahoria deshilachada, y los dos mayores llevando anteojos lo mismo que si fuesen escribanos!... No parecen gentes con esos vidrios: parecen tiburones.

En los salones, casi vacíos, sólo quedaban como recuerdos del antiguo esplendor algunos tapices astrosos, cuadros negruzcos con santos ensangrentados en posturas horripilantes, sillerías de estilo Imperio con la seda deshilachada; todo lo que no habían querido los corredores de antigüedades de Sevilla, a los que llamaba el marqués en sus momentos de apuro.

¡Queda sólo del tiempo viejo de las miserias sufridas en silencio, la gloriosa bandera deshilachada que tantas veces cuidé en largas horas de angustia y cuya vista hace latir todavía mi corazón como en aquellas, dichosas, en que, al regreso de una expedición arriesgada de la que muchos de los nuestros no volvían, era sacada para que el capellán dijera ante ella su misa por el eterno descanso de los que quedaban allá entre las sinuosidades de las sierras, en el triste cementerio aldeano o bajo el manto eterno de verdura de la pampa desierta y misteriosa!

Algunos lamentos de aquella voz siniestra, llegándose al rincón del Niño Jesús, le henchían la túnica, deshilachada y sin aliño, y le hacían balancearse sobre la rústica peana como en un pánico acunamiento de terremoto.

Entre tanto, y supiera o no don Antonio lo que traía entre manos, ello es que Juan Pablo se había comprado una chistera nueva, y tenía el proyecto de trocar su capa, algo deshilachada de ribetes y mugrienta de forros, por otra nueva. Eso al menos iba ganando el país.

Al poco rato entró en el despacho un hombre muy flaco, de cara enfermiza y toda llena de lóbulos y carúnculas, los pelos bermejos y muy tiesos, como crines de escobillón, la ropa prehistórica y muy raída, corbata roja y deshilachada, las botas muertas de risa.

El Zapaterín pasó una mañana encerrado en el cuarto, aprovechando la ausencia de su madre, que trabajaba aquel día como asistenta en casa de un canónigo. Con la ingeniosidad del náufrago que, entregado a sus iniciativas, tiene que fabricárselo todo en una isla desierta, cortó un capote de lidia en la tela húmeda y deshilachada.

Le servía para ocultar la delgadez del traje y su deshilachada camisa, mal cubierta por un pañuelo negro lustroso de mugre. El pobre joven presentaba un aspecto más deplorable que cuando vivía en la calle de los Artistas, sin otra familia que su padrastro.

Viviendo el Peor en una época que arranca de la desamortización, sufrió, sin comprenderlo, la metamorfosis que ha desnaturalizado la usura metafísica, convirtiéndola en positivista, y si bien es cierto, como lo acredita la historia, que desde el 51 al 68, su verdadera época de aprendizaje, andaba muy mal trajeado y con afectación de pobreza, la cara y las manos sin lavar, rascándose á cada instante en brazos y piernas cual si llevase miseria, el sombrero con grasa, la capa deshilachada; si bien consta también en las crónicas de la vecindad que en su casa se comía de vigilia casi todo el año, y que la señora salía á sus negocios con una toquilla agujereada y unas botas viejas de su marido, no es menos cierto que, alrededor del 70, la casa estaba ya en otro pie; que mi Doña Silvia se ponía muy maja en ciertos días; que D. Francisco se mudaba de camisa más de una vez por quincena; que en la comida había menos carnero que vaca, y los domingos se añadía al cocido un despojito de gallina; que aquello de judias á todo pasto y algunos días pan seco y salchicha cruda, fué pasando á la historia; que el estofado de contra apareció en determinadas fechas, por las noches, y también pescados, sobre todo en tiempo de blandura, que iban baratos; que se iniciaron en aquella mesa las chuletas de ternera y la cabeza de cerdo, salada en casa por el propio Torquemada, el cual era un famoso salador; que, en suma y para no cansar, la familia toda empezaba á tratarse como Dios manda.