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Lázaro no pudo tampoco aquel día encontrar á Bozmediano. Su deseo de hablarle, de pedirle cuenta de su infamia, de demostrarle la lealtad de su conducta y de castigarle sin lástima ninguna, aumentaba á cada hora. Buscóle con afán, porque ciertos agravios dan una paciencia y una tenacidad que las más grandes empresas inspiran rara vez al hombre.

A Don Francisco de Rojas le silbaron la comedia de Cada cual lo que le toca, por haberse atrevido á poner en ella un caballero que, casándose, halló violada de otro amor á su esposa, y D. Pedro Calderón deseó mucho recoger la comedia de Un castigo en tres venganzas, que escribió siendo muy mozo, porque un galán daba una bofetada á su padre; y con ser caso verdadero en Aragón y averiguar

»Tratando de resistir a mi propio deseo le respondí que la señora Braun, obedeciendo a instrucciones del señor de Avrigny, no se prestaría en modo alguno a secundar nuestros planes. » ¿Y qué necesidad tenemos de la señora Braun? repuso Magdalena.

Los Paraguayos, establecidos donde yo deseo, podrán llenar este objeto de dos modos infalibles: el primero es, situando una balandra armada en la boca del rio Tacuarí, ó del Cheané que vierte en el del Paraguay, con lo que quedará prohibido el comercio con San Pablo, y se apresará el convoy de canoas, que son las únicas embarcaciones que pueden oponer los Portugueses, porque sus rios no permiten otra cosa.

El malestar de Octavio iba en aumento. Apuntábale ya el deseo de marcharse. Sintió al mismo tiempo sed, porque el salchichón hacía ampolla en la lengua. ¿Podrían traerme un vaso de agua, señor cura? No blasfeme usted, señorito... ¡Qué agua ni qué ocho cuartos!

Otras veces, con el deseo de aislarse más aún, trasladaba su asiento a la última cubierta y se ocultaba detrás de un bote, gozando el deleite de su voluntad triunfadora, de su enérgica resolución al decidirse a ser fiel. Pero la estrechez del encierro conspiraba contra su virtud. Imposible mantenerse aislado. Las necesidades de la vida, los toques de llamada al comedor, los juntaban a todos.

Al volver a la tienda y notar la ausencia del joven, el regente se quedó muy tranquilo y no dijo más que: «Ya voló... buena va». Tomaba con calma las extravagancias de su colega, y su deseo era que una de aquellas escapatorias fuera la del humo. «Pero no tendré yo esa suerte decía , y ya me lo volverán a traer para que le amanse». Maxi subió a su casa.

Cuando las halló, o sea porque estuviese bien predispuesta, o sea porque ellas lo merecían todo, le parecieron mejor aún, cada una por su estilo, que lo que había dicho el Conde. Y como Rosita no era envidiosa, cuando no había celos ni emulación de por medio, deseó todo bien a sus amigas, y fué sincera en cuanto con Beatriz había hablado.

Imaginemos, por un instante, que Fausto ve a Margarita y se siente enamorado de ella antes de remozarse; que por amor de Margarita, a par que por ambición y deseo de goces hace el pacto; que lo que luego sucede, sucede del mismo modo; y que después de la muerte cruel de Margarita, Fausto la llora, se arrepiente, hace penitencia, burla a Mefistófeles y se va al cielo.

Si gustares de acorrerme, tuyo soy; y si no, haz lo que te viniere en gusto; que, con acabar mi vida, habré satisfecho a tu crueldad y a mi deseo. Tuyo hasta la muerte, El Caballero de la Triste Figura.