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Tan grande es el incremento que ha alcanzado que los ferrocarriles penetran en las selvas vírgenes con el fin de facilitar la creciente demanda que tiene el artículo; y los vapores que navegan en el océano remontan los ríos que desembocan en el Paraná para recibir a su bordo la madera y el extracto a medida que se saca de los bosques o se produce.

Al dar sus primeros pasos en el Acuario, se imaginaba inmediatamente la marina profundidad, con las divisiones desiguales en que la ha fraccionado la exploración. Junto á las orillas la zona llamada litoral, donde desembocan los ríos, se amontonan las substancias nutridoras al impulso de mareas y corrientes y crecen las vegetaciones subacuáticas.

La cuestión de la libre navegación de los ríos que desembocan en el Plata es hoy una cuestión europea, americana y argentina a la vez, y Rosas tiene en ella guerra interior y exterior hasta que caiga y los ríos sean navegados libremente. Así, lo que no se consiguió por la importancia que los unitarios daban a la navegación de los ríos, se consigue hoy por la torpeza del gaucho de la Pampa.

La plaza del Palacio Viejo, detras del cual reside el rey de Cerdeña en un edificio que llaman palacio, por equivocacion sin duda, es grande y despejada como todas las de la ciudad: á ella desembocan las calles mas elegantes, donde el comercio tiene sus lujosas tiendas .

Casi hácia la mitad de la desigual llanura que media entre Basilea y Kehl, demora la antigua ciudad de Freiburgo, al pié de algunos contrafuertes de la Floresta-Negra, y en la confluencia de dos lindos vallecitos que desembocan sobre la llanura y cuyas aguas forman el riachuelo llamado Dreisam.

Sólo malas palabras y arrogancias matonescas podía aprender en la vieja casa de los Ferragut. Fué el primer viaje importante de Ulises. En Barcelona conoció á su tío el rico, el talento financiero de la familia Blanes, un hermano de su madre, propietario de una gran tienda de ferretería situada en una de las calles húmedas, estrechas y repletas de gentío que desembocan en la Rambla.

Uno seca terrenos pantanosos, construyendo canales subterráneos que desembocan en el arroyo y aumentan su caudal; otro lo empobrece, al contrario, haciéndole sangrías á derecha é izquierda para regar sus campos; otro aun, rebaja su nivel medio limpiando el fondo, destruyendo las aristas de las piedras en las corrientes y cascadas, mientras que en otra parte, los industriales, elevan la superficie del arroyo, construyendo presas para llevar el agua á sus fábricas.

¿Ve usted? explicaba Sardiola . ¿Ve usted este lado del edificio y el otro que hace esquina con él? Pues es la fonda. ¿Pero ve usted ese otro que forma el tercer lado del cuadro? es la casa de Don Ignacio; cae a la calle de Rívoli.... ¿Ve usted esas escaleritas que desembocan en el jardín? por ahí se sube al comedor... lo tienen en la planta baja: ¡un comedor muy hermoso! Toda la casa es muy buena; el padre de Don Ignacio ganó muchísimo.... ¿Ve usted ese arbolito que hay ahí, al lado de la escalera? ¿ese platanillo desmedrado? ahí sacaba el señorito a su mamá, que parece que se murió de una cosa que no cómo le dicen, pero vamos, que es hincharse mucho el corazón... y como le daban unos ahogos tan fuertes a veces, y se quedaba sin aliento, lo mismo que un pez fuera del agua, había que traerla al jardín... toda la anchura le era poca, y solía estarse ahí una hora resollando.... ¡Si viera usted al señorito! aquello se llama cuidar a una persona... le sostenía la cabeza, le calentaba los pies con sus manos, le daba cuatro mil besos por hora, le hacía aire con un abanico.... ¡vamos, era cosa de ver! Alma más buena, no la echó Dios al mundo, ni volverá a echarla en todo el siglo que corre.... El día que se murió, la santa bendita, quedó tan risueña... y tan natural, y tan guapa, con su pelo rubio...

Arrellanóse en los almohadones de raído paño azul del coche y sin conceder siquiera una mirada al primer aliento de París, que comenzaba ya a ensordecer y atronar sus oídos, arrancando de la gran plaza irregular de la Bastilla, en que desembocan cuatro boulevards y diez calles, púsose a pasar revista con gran cuidado a los papeles contenidos en una bolsa de viaje, cuya correa le cruzaba el pecho de derecha a izquierda.

En ellos tienen su nacimiento tres grandes ríos, el Bermejo, el Pilcomayo y el Guapay, que bañan las campañas que están sitas á la falda, por una y otra parte de ambos montes, y de allí, atravesando un casi inmenso espacio de tierra, desembocan en el río Paraguay.