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En primer lugar se demuestra de un modo irrefutable el abandono en que se tiene el emplazamiento de algunos importantes destacamentos, en los que no se cuenta con obras de defensa que garanticen la seguridad de las tropas, careciendo en absoluto de alojamientos y dejando en el mayor abandono cuantos trabajos se refieren á la salubridad de estos mismos emplazamientos, donde insignificantes obras de drenaje é inteligente dirección en el relleno y desecación de manglares, evitarían una gran parte de esas infecciosas calenturas palúdicas que causan en las filas del Ejército mayores estragos que la fiera morisma con que allí combate.

Las cápsulas se recogen en montones y se dejan en el suelo uno o dos días, antes de someterlas al procedimiento de curación, proceso sumamente delicado del cual dependen en gran manera el sabor y la calidad del producto. La fermentación y desecación constituyen las dos operaciones principales que siguen naturalmente a la operación de descascarar. Esto se hace con un machete.

Esto no obstante, no se debe despreciar el recurrir á él en ciertas fiebres mucosas en su período de flojedad, en fiebres intermitentes crónicas, con caquexia serosa, obstrucciones abdominales y flujo de orina, diarrea, sudores fáciles y abundantes; en algunas fiebres hécticas con hinchazones edematosas y secreciones aumentadas, y en fiebres exantemáticas que se prolongan hasta despues de la desecacion.

El río lo ha llenado poco á podo, pero el suelo, de reciente formación, no está todavía afirmado. Sin inmensos trabajos de desecación, es probable que jamás estuviera en condiciones de ser habitado por los hombres, puesto que de su cieno y agua corrompida se escapan mortales miasmas.

Vidal en la Memoria sobre el ramo de montes, que sus tierras con ser buenas y aún de la mejor calidad, hoy no pasa su cultivo del arroz, maíz y azúcar, y ésto en cantidad que poco ha de exceder á las necesidades de sus 80.000 habitantes, consistiendo la principal riqueza, como artículo de exportación, en el producto de los magníficos cocales, que se extienden formando bosques inmensos en sus orillas y que sólo contando con grandes elementos para la roturación y saneamiento de las grandes extensiones ocupadas por carrizales, desecación de pantanosas llanuras y destrucción de la enorme plaga de langosta que pesa sobre ellas, cuyos efectos destructores hemos podido apreciar personalmente en el año 86, se podría dar cima, con probabilidades de éxito, á cualquiera empresa colonizadora que se proyecte; de otro modo, allí no se puede hacer nada, la colonización individual en esas condiciones sólo serviría para que tuviéramos en aquellos terrenos y en contacto con los moros una representación raquítica y pobre de nuestro modo de ser y adelantos que sólo redundarían en nuestro desprestigio.

Tal era, sobre poco más o menos, la parte que a Domingo le correspondía en la vida pública de su país natal: administrar una pequeña comuna perdida en las lejanías de todo gran centro, encerrada entre marismas, apretada contra el mar que roía sus costas y le devoraba cada año algunas pulgadas del territorio; velar por la conservación de los caminos y procurar la desecación de los terrenos inundados periódicamente; preocuparse de los intereses de muchas personas para las cuales eran necesarios a las veces el arbitrio benéfico, el consejo o el juez; impedir las disputas y poner óbice a los pleitos, causa y efecto de discordias; prevenir los delitos; cuidar con sus propias manos y ayudar con recursos de la propia gaveta; dar buenos ejemplos en materia agrícola; hacer ensayos ruinosos para animar a los tímidos en la senda de los progresos útiles; experimentar a todo riesgo en tierra propia y con dinero propio como un médico ensaya en su cuerpo un medicamento a riesgo de la salud; y todo eso hacerlo con la mayor naturalidad, no como una servidumbre, sino como un deber de posición social, de fortuna y de nacimiento.

¿Se ha fijado, Isidro, en los títulos de esos mamotretos? dijo Ojeda al alejarse unos cuantos pasos . Proyectos de ferrocarriles, obras de salubridad para ciudades, desecación de terrenos, aguas corrientes, tranvías... Ese señor lleva con él toda una civilización. Y todo es para el Brasil: los más de sus negocios están en San Pablo, a juzgar por los rótulos.