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En la escena siguiente se desenvuelve esta lucha, que atormenta el alma del joven, cuando Ximena, que le habla desde un balcón, le hace oir la voz del amor, y la aparición del Conde lo exhorta al cumplimiento de su deber; la presencia de su anciano padre pone término á sus vacilaciones.

Creía estar años enteros dentro de aquel coche; le parecía haber transcurrido toda una vida desde que salió del Congreso: el recuerdo de la sesión se borraba de su memoria. La contemplaba con admiración, paseando una mirada de asombro por su rostro y su cuerpo. ¡Qué hermosa estás! murmuró con arrobamiento. La misma que entonces. Parece imposible que hayan transcurrido ocho años.

Quisiera que desde mañana dedicáseis un par de horas diarias á instruir en lo posible á mi nieta Constanza, que bien lo necesita y no gusta de estudios. No parece sino que aprendió á leer para devorar novelas sentimentales é inútiles ó trovas insulsas.

Tal vez no hay en el mundo una ciudad tan llena de encantos, ni tampoco de mayores contrastes, que la vieja y extraña Florencia, con su maravillosa Catedral, su antiguo puente, con sus hileras de joyerías, sus magníficas iglesias, sus pesados palacios y sus obscuras calles, silenciosas y medioevales, algunas de las cuales poco han cambiado desde la época en que Giotto y el Dante las cruzaban.

Biarritz era demasiado pequeño para permanecer oculto y evitar embarazosos encuentros con los emigrados alfonsinos y carlistas que, desde mucho tiempo antes, poblaban todos los contornos, y los hombres políticos y medrosos de todo jaez con que la caída de don Amadeo y la proclamación de la República engrosaban en aquellos mismos días el número de españoles dispersos.

Los chiquillos ensucian la casa, todo lo revuelven y enredan, y dan enormes disgustos con sus enfermedades y travesuras. Aunque expuso estas ideas con mucha discreción, Fortunata se entristeció, porque se le había metido en la cabeza desde la noche antes aquel tema de recoger un niño huérfano, y encariñada con ella, le costaba mucho trabajo desecharla. ¡Manía de imitación! ix

Naturalmente, entre el bobalicón de Pablo Aquiles y ella se estableció, desde el primer día, una corriente de simpatía, que favorecieron Casilda y Gregoria, y más que todos Bernardino, como hombre sagaz que busca afianzar su prestigio.

puedes venir cuando se te antoje que para eso eres el ama. Adieu, ma petitte poupée de biscuit. Muchos besos, muchos, muchos... El matrimonio Reynoso se hallaba instalado desde el 1.º de enero en su magnífico hotel de la Castellana. Corrían los últimos días de febrero.

Detrás el acusado en su banquillo. El testigo que deponía en aquel instante era el cochero que había conducido al P. Gil y su penitenta desde Peñascosa a la estación de la Reguera. Lo presentaba la acusación. Era hombre viejo ya, con la faz extremadamente roja, iluminada por el alcohol tanto como por la intemperie.

Desde estas explanadas se ve una gran extensión de costa verde moteada de blanco por las «villas» y las poblaciones; los Alpes de color de rosa, los cabos de rocas purpúreas, el azul profundo y denso del Mediterráneo, el azul flúido y suave de un cielo sin nubes.