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La magia estaba reducida á un feroz león, formado de cañas y revestido de abacá y á una descomunal serpiente de bejucos y papel. Estos monstruos eran movidos por chicuelos que sudarían tinta dentro de las abrigadas entrañas de aquellos animalejos, que oportunamente se presentaban en escena para salvar ó defender á las princesas cristianas.

Rosa los reconoció en seguida: era una partida de mozos de Riofrío: entre ellos iba Celesto, gesticulando alegremente, con el descomunal sombrero de fieltro en el cogote. Los amantes dejaron escapar un suspiro de placer y se miraron risueños. Ya no me acordaba dijo Rosa de que mañana es la fiesta de Santa Teresa en Marín.

Sonaron dos estampidos; batió la bestia el aire con los brazos que aún no había tenido tiempo de bajar; abrió la boca descomunal, lanzando otro bramido más tremendo que el primero; dio un par de vueltas sobre las patas, como cuando bailan en las plazas los esclavos de su especie, y cayó redonda en mitad de la cueva con la cabeza hacia .

Si solo imaginar un sentenciado Que habia de morir al otro dia, Le hizo que el cabello sea tornado De negro, blanco, luego encanecìa: Quien se vido en la escala levantado, Y al verdugo que echarle ya queria, Diremos que ha probado el trago fuerte De la descomunal y cruda muerte. ¡O muerte, cuan amarga es tu memoria! Al hombre que en sus varios bienes fia, De Reyes, y no Reyes has victoria.

El mayor, Batistet, apenas si podía ir más allá de sus campos. Aún tenía la cabeza envuelta en trapos y la cara cruzada de chirlos, luego del descomunal combate que una mañana sostuvo en el camino con otros de su edad que iban como él á recoger estiércol en Valencia. Todos los fematers del contorno se habían unido contra Batistet, y el pobre muchacho no podía asomarse al camino.

Y a cada cinco minutos la señora Pepa entraba en el cuartuco llenándolo con su corpulencia descomunal, y ordenando militarmente a Chinto que corriese a desempeñar algún recado indispensable. Aceite, rapaz... ¡un poco de aceite! ¿Qué tal? interrogaba la madre. Bien, mujer, bien.... ¡Aceite, porreta!

El arcediano y el beneficiado vieron a la Regenta salir de la catedral y juntos se fueron hablando del suceso para esparcir por la ciudad tan descomunal noticia. «No pensaban hacer comentarios. El hecho, puramente el hecho. ¡Dos horas!». En efecto, había sido mucho tiempo. El Magistral no lo había sentido pasar; doña Ana tampoco. La historia de ella había durado mucho.

No estaba mal aquello, para ser obra de gente tan ordinaria como el cafetinero y sus cofrades. Los monigotes eran siete bebés colosales, que componían una orquesta abigarrada, y en el centro, un caballero de frac y batuta en mano. ¿Qué intención oculta tenía aquello? Pero Amparito soltó la carcajada inmediatamente. El tupé descomunal y grotesco del director de orquesta se lo explicó todo.

Celebrose la ocurrencia con grandes risas, Damián quiso apagar una vela de un taponazo de Champaña, falló el tiro, y armose descomunal gritería; eran cuatro personas y alborotaban como doce.

Por los mismos días ocurrieron sucesos a los cuales el digno artista era completamente extraño; mas por este motivo mismo no deben ser aquí olvidados. Y fue que cuando se aproximaba el día señalado para devolver a Torres su dinero, estaba Rosalía tan cabizbaja, que se podría creer, viéndola, que le habían robado algo o inferido alguna descomunal ofensa.