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No, no... yo no la he visto... Yo estuve todo el día sallando el maíz ahí arriba... ¡No la he visto, no!... Si Nolo estuviera dotado de más perspicacia ó malicia no le hubiera pasado inadvertido el aturdimiento de la Pura. Pero nada echó de ver y cuando aquélla les invitó á descansar un momento aceptó y entraron. La tía Felicia tenía en verdad necesidad de reposo.

No fué esta aplaudida comedianta de Sevilla la única que dió fin á su carrera de tal modo: que algunas más que ella, después de lucir en las tablas sus gracias y donaires y después de pasar lo mejor de la vida, alegre y regocijadamente, se retiraron á descansar al convento, donde dieron grandes muestras de virtudes. Porque ya se sabe: el diablo harto de carne, etcétera, etcétera....

Me desembaracé de mi mochila para convertirla en almohada, me aflojé el cinturón y con el cuchillo en la mano me tendí para descansar. Afortunadamente, los mosquitos no cesaron de turbar mi reposo; como durmiendo con sueño intranquilo, mi oído percibía vagamente todos los ruidos á mi alrededor y oía la charanga enervante de los mosquitos y el saltar de los monos chillones.

Y así tiene que ser, considerando que si el demonio desea hacer un poco de bien para poder descansar, si me es lícito expresarme así, ¿quién tiene que poner reparos a esto? Tal es mi opinión.

A cada momento, el Nacional, que iba con la capa al brazo, confundiendo su traje vistoso de torero con los vulgares de la muchedumbre, inclinábase sobre el hule de la cubierta de la camilla y mandaba descansar a los portadores.

Veo que estás muy cansada. ¿No te convendría descansar un poquito? ¡Oh! no, señor; no puedo descansar dijo Clara, aterrada ante la idea de que la llevaran á una sacristía. , hija mía: estás muy fatigadita, y yo no tengo corazón para verte andar por esas calles á estas horas y con este frío. No importa, señor cura: no me puedo detener. ¡Jesús, María y José!

Decís bien, debéis descansar... aunque no sois vieja. Trabajo siempre para el público... Decís bien... debéis trabajar para menos gente... ya quise que trabajáseis para mi... con el corazón; pero vuestro corazón anduvo reacio. Punzáis, don Francisco. ¿Ortiga me hacéis? desgraciado ando. No lo andáis mucho, cuando os veis en la corte. Pues mirad: no quisiera ser cortesano.

A él que le preguntasen sobre casos prácticos, y su pericia de patrón de barca, habituado á todos los peligros del mar, le haría responder con el aplomo de un sabio. En los trances difíciles días de tormenta, bajos tortuosos, vecindad de costas traidoras , Ferragut sólo se decidía á descansar cuando Tòni le reemplazaba en el puente.

¿Y el cabayo? ¿dónde lo has dejao? Rafael explicó su viaje. El caballo estaba en el ventorro de la Corneja, a dos pasos de allí; una cabaña al borde de la carretera. Bien necesitaba descansar, pues había venido al galope desde el cortijo. Aquel sábado había sido de trabajo.

¡Qué feliz sería yo dijo si no me cercasen y me rodeasen y me amargasen la vida, tantos negocios y tantos enredos! ¡y si no, cuán felices y cuán contentas están mi mujer y mi hija!... es necesario dar un corte á esto; soy rico, á Dios gracias, y debo retirarme y descansar. Abre, Inesita, hija mía dijo llegando á una puerta.