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Particular mención merece La fianza satisfecha. La fantasía del poeta se desborda también en ella: no escasa parte es tan hueca como arbitraria; pero tales extravagancias son compensadas con tantos rasgos de la más acendrada poesía, que nos obligan á rendir homenaje al genio del poeta hasta en sus extravíos. He aquí un sumario extracto de la acción.

Todos tenemos una querida ideal, cuya mascarilla en vano buscamos entre las mujeres de la tierra. ¡Un alma de mujer, como un cáliz de oro, donde verter el licor musical de nuestro corazón en esas horas tristes en que la emoción se desborda! La Musa de la Noche tiene para todos los magos prestigios de esa amante suprema.

Es cierto que la hermosa fuente no es abundante, sobre todo durante los calores del verano, cuando sólo queda en la tierra la humedad de las nubes y la niebla; acostándose en el suelo para beber en la fuente, se ve disminuir su recipiente á medida que los labios la absorben; pero el pequeño depósito medio vacío se llena de nuevo, y el agua pura se desborda por la pendiente para emprender su viaje por el mundo exterior.

El agua cae en una fosa cavada en tierra; luego desborda y se aleja por las calles abajo formando charcos y remansos de légamo verdoso... En el siglo XVI había en Infantes tres fuentes: la de la Moraleja, la de la Muela y esta otra de la ancha plaza.

Sin embargo, aun perdiendo su velocidad, el caudal aumenta sin cesar por los afluentes que descienden de las gargantas superiores, acumulándose así en masa considerable; gana en anchura y profundidad, se desborda de su cauce demasiado estrecho, y se extiende lateralmente por encima de los ribazos; á veces transforma los campos de sus riberas en verdaderos lagos, donde las aguas, llevadas por la crecida, se clarifican poco á poco, depositando el aluvión.

Bonis se sintió apetecido; se explicó, como a la luz de un relámpago, la escena de aquella noche de los polvos de arroz; leyó en el rostro de su mujer una debilidad periódica, una flaqueza femenina, como sumisión pasajera de la hembra al macho, además una misteriosa y extraña corrupción sin nombre: todo esto lo cogió al vuelo, confusamente; tuvo la conciencia súbita de cierta superioridad interina, fugaz; y enardecido por su propio capricho, por las excitaciones que aquel ocaso interesante de hermosura, o, mejor, de deseo, con que se iluminaba Emma, producía en él, se arrojó a un atrevimiento inaudito; y fue que, de repente, se dejó caer de rodillas delante de su mujer, se le abrazó a las almidonadas blancuras, que crujieron contra su pecho, y con voz balbuciente por la emoción, entrecortada y sorda, dijo mil locuras de pasión habladora, que se desborda primero por las palabras; palabras de lascivia en jerga amorosa, en diminutivos, tal como él las había aprendido de todo corazón en su trato con la Gorgheggi.

Después de la Europa, ¿hay otro mundo cristiano civilizable y desierto que la América? ¿Hay en la América muchos pueblos que estén como el argentino, llamados por lo pronto a recibir la población europea que desborda como el líquido en un vaso? ¿No queréis, en fin, que vayamos a invocar la ciencia y la industria en nuestro auxilio, a llamarlas con todas nuestras fuerzas, para que vengan a sentarse en medio de nosotros, libre la una de toda traba puesta al pensamiento, segura la otra de toda violencia y de toda coacción? ¡Oh! ¡Este porvenir no se renuncia así no más!

Y las viñas extienden su sedoso tapiz de verde claro en anchos cuadros, en agudos cornijales, en estrechas bandas que presidían blancos ribazos por los que desborda la impetuosa verdura de los pámpanos. La cañada se abre en amplio collado. Entre el follaje, allá en el fondo, surge la casa con sus paredes blancas y sus techos negruzcos.

La fuerza había estado igualada hasta entonces entre ambos contendientes; pero ahora Alemania traía nuevas divisiones, las del frente oriental, para dar el golpe decisivo. Faltaba de este lado otro peso equivalente ó mayor, el chorreo final que llena el vaso, lo desborda é inclina la balanza.

Quiero encarar frente á frente mi destino para quitarle sus trazas de espectro; quiero también abrir mi corazón, donde desborda el pesar, al único confidente cuya piedad no puede ofenderme, á ese pálido y único amigo que me contempla... á mi espejo. Quiero, pues, escribir mis pensamientos y mi vida, no con una exactitud cotidiana y pueril, pero sin omisión seria, y sobre todo sin mentira.