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Amada Cunegunda, dixo llorando Candido: ¿cómo te hallas? No puede hablar, dixo la criada. Entónces la enferma sacó fuera de la cama una mano muy suave que bañó Candido un largo rato con lágrimas, y que llenó lurgo de diamantes, desando un saco de oro encima del taburete.

El tratado entre Inglaterra y Francia se firmó el 10 de mayo sin intervención del oficioso Embajador, desatendido, profundamente humillado en aquella corte de que hablaba sin cesar en París cuando quería dar la medida de su influencia . Dudando estuvo si volver á Francia, donde sería patente el desengaño, ó buscar asilo nuevo entre los rebeldes de los Países Bajos ; pero como lo segundo fuera aventurado , desandó el camino de la Embajada, sin obtener la atención siquiera de que le avisaran la salida de aquella armada de 150 velas, conductora del ejército que al mando de Essex había de atacar á Cádiz , donde esperaban, por lo contrario, al iniciador de la empresa .

De allí baxaron á la ribera del rio Cephiso, que baxa del monte Parnaso, y corre hácia el Oriente, desando á la parte del Norte los pueblos llamados de los antiguos Locrenses, Opuncios, y Epiemenides, y á medio dia Achaya, y Beocia. Llega este rio hasta Lebadia, y Haliarte, donde se divide y pierde el nombre y le muda en el de Esopo, y Ysmeno.

Que no os haga doña Catalina hacer una locura; yo que vos me escondía. Pues ved ahí, yo voy ahora más que nunca á darme á luz. Pero guiad, hermano, guiad. El bufón desandó lo andado, llegó frente á una puerta y dijo: Aquí es. Esperad, esperad y no habléis; reconozcamos antes el campo. En palacio es necesario andar con pies de plomo. Paréceme que hablan en la cámara. Pues escuchemos.

Pero quando á Tibaldo le pareció que tenia á todos los del exército mas descuidados, y seguros, una noche con gran secreto embarcó á los dos hermanos Rocafort en sus galeras, y él juntamente con ellos navegó la vuelta de Negroponte, desando burlada toda nuestra compañía.

El padre Aliaga hizo una poderosa reacción sobre mismo, se preparó, como siempre que la reina le recibía en audiencia, y entró. Doña Clara cerró la puerta y desandó el mismo camino que había traído, murmurando: ¡Infeliz! ¡Cuánto debe sufrir! ¡Yo no sabía lo que hacen padecer los celos!

Apenas acabaron de tomar este consejo, cuando luego le pusieron en execucion, porque Andronico no les pudiese prevenir, y así desando á Thesalonica, recogiendo todas sus fuerzas, con increíble diligencia, porque el enemigo no les impidiese la entrada de los montes, caminaron por pueblos enemigos, tomando de ellos solo el sustento forzoso, porque el temor del peligro fué mayor entonces que su codicia, que por no detenerse, no la exércitaban.