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Un francés y un inglés, Gobineau y Chamberlain, les han dado los argumentos para defender la superioridad de su raza. Con cascote sobrante de Darwin y de Spencer, su anciano Haeckel ha fabricado el «monismo», doctrina que, aplicada á la política, consagra científicamente el orgullo alemán y reconoce su derecho á dominar al mundo, por ser el más fuerte.

Yo dije que, según Petrona y según todo el mundo, inclusive yo misma, partícula diminuta del universo, pero con derecho opinante que un grillo es un grillo y se le oye el hombre señalado para la cartera de Agricultura por todo el mundo, incluídos los grillos, era Eleuterio, el marido de mi amiga, notable cultor de las ciencias agrarias y especialista, sobre todo, en el mejor aprovechamiento del maíz, que debe, según su doctrina, trasformarse en carne, sirviendo para ello de agente digestivo cierta especie de la fauna doméstica, cuyo nombre no debe estamparse en esta página dedicada a la elegancia.

-Don Quijote diría, señora -dijo a esta sazón Sancho Panza-, o, por otro nombre, el Caballero de la Triste Figura. -Así es la verdad -dijo Dorotea-. «Dijo más: que había de ser alto de cuerpo, seco de rostro, y que en el lado derecho, debajo del hombro izquierdo, o por allí junto, había de tener un lunar pardo con ciertos cabellos a manera de cerdas

De la tierra del padre Hidalgo, el cura heroico, pasó a principios de 1877, a Guatemala, deteniéndose antes en La Habana, a recoger unas cartas de presentación para distintas personalidades del Gobierno de aquella República. Allí, apenas sacudido el polvo del camino, fue nombrado Catedrático de Derecho Político, y Director de la Revista Guatemalteca.

Nuestra arma es el derecho y la conciencia pura. Ahora, que cada uno tome un volumen de leyes y otro de estudios jurídicos. ¡Así! ¡Las trompetas al frente! Tocad la marcha de los maridos despojados. ¡Adelante! Pero no olvidéis cómo hay que avanzar. ¿Lo habéis olvidado? MARCIO. Bueno, os lo recordaré: dos pasos al frente y un paso atrás. Dos pasos al frente y un paso atrás.

Déseles el uso de la palabra: en primer lugar, necesitarán una academia para que se atribuya el derecho de decirles que tal o cual vocablo no debe significar lo que ellos quieren, sino cualquiera otra cosa; necesitarán sabios, por consiguiente, que se ocupen toda una larga vida en el hablar de cómo se ha de hablar; necesitarán escritores que hagan macitos de papeles encuadernados, que llamarán libros, para decir sus opiniones a los demás, a quienes creen que importan.

Velázquez lo agradeció en el fondo del alma; pero un gran temor y embarazo le sobrecogieron inmediatamente. Hace un rato estuve en casa de Antonio... Quería darte la mano antes de que te fueses... Me dijeron que estabas en el baile, y sin saber cuál era fuí derecho á ese... ¡La querencia, hija mía!... Tenía la seguridad de conocerte en cuanto te echase la vista encima.

Acaso... profirió el joven balbuciendo. Elena llevó a su cuñada hasta la butaca de paja, la hizo sentarse en ella y cubrió su rostro de besos. Después vino a plantarse delante de Tristán que continuaba sentado. ¿Acaso qué...? vamos a ver. Acaso haya dicho a Clara algunas palabras mortificantes... ¿Y con qué derecho dice usted a Clara palabras mortificantes? Con ninguno.

Se le ofreció descanso y un refresco que rehusó, restregándose los ojos, para evitar las miradas de sirena de los ojos azules de Sofía, excusose y se fue derecho a casa. Durante los dos o tres días siguientes al arribo de la compañía dramática, Melisa iba tarde a la escuela, y a causa de la ausencia de su constante guía, el paseo usual del maestro la tarde del viernes, fue por una vez omitido.

Porque la carta era de Madrid mismo, puesto que el sello del Congreso la franqueaba... Nada, nada, fuera temores, que el derecho era suyo. ¡Qué demonio! A quien Dios se la dio, san Pedro se la bendiga; y el que está más cerca de la cabra, ese la mama...