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Y á la verdad, el sitio de la ciudad, el clima de la tierra, todo era muy á propósito para su genio depravado y vida brutal.

A ponernos de acuerdo desde el principio, ¡alma mía!, y para eso es necesario que antes nos conozcamos... En cuanto a voy a deciros claramente lo que soy... Os habrán contado probablemente que yo era un libertino, un depravado, un don Juan... nada de eso, amiga mía... no soy más que un hombre de mi época, desprendido de toda clase de preocupaciones... un hombre que puede someterse a las costumbres, y a su tío... pero no me enajena la independencia.

Según ella todos los pueblos y tribus del Nuevo Mundo habían degenerado y se habían depravado hasta tal punto, que jamás ellos solos hubieran podido salir del tenebroso abismo en que se habían sumido. Fue menester que vinieran los españoles y que para sacarlos de él les tendiesen la mano. Aunque tarde, llegaron a tiempo.

Mostró vivo interés por mi familia, se rió en grande cuando hablé de los retratos con cabellera de Elsberg, existentes en nuestra galería de antepasados y redobló su risa al oír que mi expedición a Ruritania era secreta. ¿Es decir que tiene usted que visitar a su depravado primo a escondidas? dijo. Al salir del bosque nos hallamos ante un rústico pabellón de caza.

Aquellas cartas que la enferma había garrapateado con su mano trémula, aquellas cartas en que a veces ponía besos para su madre en un cuadro mal dibujado debajo de la firma, aquellas cartas que la duquesa había regado con sus lágrimas, fueron registradas sobre una mesita del salón, como un juego de naipes, por un viejo depravado y una mujer perversa.

La noción de que Dios quería ser propiciado por la muerte del inocente Cristo es totalmente baja y bárbara natural en las edades rudas, cuando los sacrificios costosos eran un medio reconocido de apaciguar deidades irritadas, pero repelente ahora. Difícilmente el hombre más depravado, en su recto entendimiento, aceptaría el castigo de un inocente en lugar del que le hubiera ofendido.

Estas y otras razones, que ellos tienen fijas en sus memorias, procuraron los PP. desvanecerlas con todas cuantas expresiones les dictaba su deseo, y de que los indios podían ser capaces; pero no teniendo qué responder á las vivas y eficaces exhortaciones de los Padres, hubieran de cerrar del todo los oídos á sus voces; y rompiendo el freno de la obediencia, que por tantos años los había sugetado, empezaron á quebrantar su respeto, diciendo en voz alta no querían mudarse porque esto no podía ser voluntad de su Rey y señor, sino invención de los PP. que, secretamente, habían convenido con los portugueses por medio del P. Comisario, á quien tienen por tal, y aún aseguraban algunos lo habían conocido seglar en el Río Janeiro; pero no desistiendo los Padres de su empeño, antes , conviniéndose para no sólo persuadirlos con razones privadas, sino convertirlos con pública y fervorosa predicación, los convocaron á las iglesias, y con un crucifijo en las manos, y algunos puestos de rodillas y derramando muchas lágrimas, les intimaron los castigos que debían esperar de la mano de Dios y de su soberano Rey si no obedecían prontamente su mandato; en fuerza de este eficaz asalto se compungieron los indios y, pidiendo perdón de su desobediencia, prometieron de nuevo enmendarse, empezando los PP. luego, y antes que se enfriase el fervor, á disponer cabalgaduras, carros y demás aparatos para emprender el camino, al que en la realidad salieron algunos guiados de los PP., que van como caudillos para esforzar su lentitud é interior desconsuelo; pero á pocas jornadas, con el hastío del camino y amor que les arrastraba á sus casas, se fueron volviendo á sus pueblos, dejando á los PP. solos y burlados en las campiñas; mas ni por esto desistieron los PP. desta empresa, antes, , disimulando prudentes su desacato é inconstancia, volvieron á buscarlos, reconviniéndolos con lo prometido; pero ellos, ya del todo arrepentidos y aun despechados, tomaron por medio, para librarse de las instancias de los PP., el amenazarlos con la muerte, la que verdaderamente intentaron dar al Padre Cura de San Miguel, y ahora Padre compañero suyo que estaba en las estancias, los que sin duda hubieran perdido la vida si por orden del P. Comisario, que se informó de su peligro, no se hubiesen retirado fugitivos; pues su depravado ánimo lo manifestaron en un mozo que acompañó al P. Cura, y volviendo poco después al pueblo á sacar unos caballos, lo hicieron pedazos á lanzadas.

Otro día se presenta en la casa de la familia ofendida, hace descender de la grupa a la niña que ha seducido, y desdeñando las maldiciones de los padres que le siguen, se encamina tranquilo a su morada sin límites. Este hombre divorciado de la sociedad, proscrito por las leyes; este salvaje de color blanco, no es en el fondo un ser más depravado que los que habitan las poblaciones.

Se condenaba al reconocer que ella había disimulado mucho menos que él la complacencia con que le oía, el contento que su vista le causaba, el deleite que su conversación le traía siempre, y que ella por instinto irreflexivo, pero depravado, gustaba de parecer hermosa y elegante a todos, y particularmente a las personas a quienes quería, entre las cuales no podía menos de incluir al Padre.

El amor materno encuentra alojamiento en todas partes; es un huésped sin prejuicios, que sufre la vecindad de las pasiones más bajas. Vive cómodamente en el corazón más depravado y en el alma más pervertida. La señora Chermidy derramó algunas lágrimas bien sinceras pensando que había alienado la propiedad de su hijo y abdicado del nombre de madre. Era verdaderamente desgraciada.