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No lo . ¿No es una parienta del conde, vuestro finado padre? ¿No es vuestra prima o tía? No. ¿No ha sido mandada por alguien de vuestra familia para protegeros? No lo creo. ¿No lo creéis, no lo sabéis? murmuró Federico con decepción . ¿La presencia de esa mujer oculta acaso un secreto? , , muchos secretos; pero no intentéis penetrarlos, tal vez de ellos dependa mi felicidad.

A pesar del cargo que ejercía, que es en el comercio lo que el verdugo en la justicia, no puede decirse que fuera un mal hombre mi don Raimundo: tenía sus escrúpulos de conciencia, sus asomos de caridad y más fama de blando y misericordioso, que de inexorable y de cruel; aunque esto quizá dependa de la manera en que él, ejecutor de la ley de la necesidad, se conducía con el mísero sentenciado, pidiéndole perdón antes de apretar el nudo de la garganta, porque la forma suele salvar el principio.

Quizá dependa de hallarse cerrada la mayor parte de las horas del día y de la noche. En cuanto a los cimientos, a pesar de ser tan bellos y sólidos, están siempre desiertos, lo cual les da un cierto aspecto de necrópolis pagana, no ciertamente en consonancia con los fines de su instituto, como dijo Pavía el del 3 de Enero hablando de la Guardia civil.

Por lo demás, debes convenir en que has obrado con ligereza, y que sin querer me has colocado en una situación ridícula... Pero dejemos esto: tengo que hablarte de cosas serias, de las cuales tal vez dependa tu felicidad y la mía. Necesito que me escuches con atención. No qué profundidad habrán alcanzado las raíces de tu amor, porque esto jamás lo llega á averiguar un amante.

«El carácter particular de esta especie de evidencia llamada demostrativa, y que tan marcadamente distingue las conclusiones matemáticas de las de otras ciencias, es un hecho que debe haber llamado la atencion de cualquiera que conozca los elementos de la geometría; y sin embargo yo dudo que su causa haya sido señalada de una manera satisfactoriaLocke nos dice: «lo que constituye la demostracion es la evidencia intuitiva de cada paso del raciocinioconvengo en que si esta evidencia faltase en un solo punto, toda la demostracion se arruinaria; mas no creo que la evidencia demostrativa de la conclusion dependa de esta circunstancia, aun cuando añadiésemos esta otra condicion sobre la cual Reid insiste mucho: «que para la evidencia demostrativa es necesario que los primeros principios sean intuitivamente ciertosAl tratar de los axiomas, hice notar la inexactitud de esta observacion, manifestando además que en las matemáticas, los primeros principios de nuestros raciocinios no son los axiomas sino las definiciones.

Vida de tanta importancia para la criança de essos Angeles, para darles compañeros, porq. no dependa de tan pocos pinpollos la posteridad de tal renombre: para el bien público, para el beneficio de sus seruidores. Consideraciones todas, q. no pueden dexar de vencer a tan justo dolor sin offensas de Dios. Embio a V. Ex.^a esse libro de mis prisiones q. ha salido agora.

Esto último se considera como un signo de su gusto delicado, y quizás dependa de las mezquinas conveniencias propias y peculiares del teatro francés; pero no se crea que esta variación sea loable: el poeta español desconoce con razón aquella regla convencional; su escena nace en la pura fuente de la poesía popular, invisible, sin duda, para el francés.

D. Fernando VII y sus legítimos sucesores en la corona de España; ¿no son estos vuestros sentimientos? Esos mismos son los objetos de nuestros conatos. Reposad en nuestro desvelo y fatigas; dejad á nuestro cuidado todo lo que en la causa pública dependa de nuestras facultades y arbítrios, y entregaos á la mas estrecha union y conformidad recíproca en la tierna efusion de estos afectos.

Admitiendo dicho instante, admitimos tambien que en el mismo instante el yo no existía; luego no ha podido existir nunca, á no ser que conceda Fichte que el yo dependa de un ser superior y por tanto admita la doctrina de la creacion. Si no admitimos dicho instante, el yo ha existido siempre, y con conciencia de propio; luego el yo es una inteligencia eterna é inmutable, luego es Dios.

Manteneos tranquilo y escuchadme hasta el fin; la felicidad de toda vuestra vida, quizá dependa de vuestra sangre fría... Después de pensarlo bien, me acordé del afecto que me tenéis; la gratitud y la compasión vencieron, y he pensado que sois sin duda víctima de personas perversas que quieren librarse de un testigo inocente, mediante alguna cobarde traición.