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Salió sola de casa, llegó al Campo de la Bolera, salvó el puente de madera echado sobre el riachuelo y comenzó á ascender lentamente el sendero de la montaña. Su fisonomía serena, impasible no denotaba la agitación que en su alma reinaba. Jamás había soñado en tomar la resolución que ahora estaba realizando. Cuando aquel bandido la engañó, su orgullo padeció aún más que el corazón.

En su más lejano extremo, un grupo de servidores del Duque, dos o tres de los cuales llevaban las luces de que he hablado y los otros tres o cuatro estaban armados con largas picas dirigidas hacia adelante, en actitud defensiva. Formaban apretado grupo y la palidez de sus rostros denotaba la agitación de que estaban poseídos.

¿Separarnos? ¡Jamás! me contestó el buen viejo irguiendo su noble cabeza y acompañando sus palabras con un gesto enérgico que denotaba el profundo sentimiento que le había ocasionado mi resolución. ¿Separarnos? ¡Nunca! me repitió: mire, Julio... Mira, hijo mío agregó, déjame que te tutee, mis canas me dan derecho para ello, ¿es cierto?

Varias cestas de labores y algunos bastidores de bordados indicaban que allí tenía la señora condesa el taller de educación y trabajo de sus niñas. Una pequeña pero anchísima silla, de fondo hundido por el peso constante de corpulenta humanidad, denotaba el lugar de la presidencia.

En su propia persona se notaba poco esmero y aseo; pero en el traje se descubrían el cuidado y la pulcritud que en la persona faltaban, lo cual denotaba desde luego que D. Casimiro más se cuidaba la ropa por ser ordenado, económico y aficionado á que las prendas durasen, que por amor á la limpieza. Iba vestido muy de hidalgo principal, si bien á la moda de hacía quince ó veinte años.

Sin embargo, no por ambición de dinero, porque Roussel estaba al frente de un negocio muy lucrativo, sino por obedecer la última voluntad de su tío, Roussel no había rechazado la idea de casarse con Clementina y había resuelto intentarlo; lo que denotaba en él que era un buen muchacho, porque su prima no le gustaba y él tendía poderosamente á la libertad.

El caminante de la izquierda era un veterano robusto y de atezado rostro, con espada al cinto y largo arco á la espalda; el abollado capacete y los desteñidos colores del león de San Jorge que llevaba cosido en el coleto no dejaban duda sobre la procedencia del soldado, cuyo aspecto todo denotaba sus recientes campañas.

Se levantó de una butaca baja mostrando una fisonomía pálida bajo sus cabellos blancos y, dulce y resignada, dió las gracias á Marenval por su visita, si no dichosa por ver alterada la soledad de su existencia, agradecida por un paso que denotaba un recuerdo afectuoso. Marenval se sentó y dirigió la vista hacia un magnífico retrato que representaba un elegante joven de cara franca y alegre.

Sus ademanes eran vivos, se movía mucho y jugueteaba rápidamente con el mango de la sombrilla; su voz, aunque dulce, denotaba carácter hecho a dominar y vencer.

Sus mejillas estaban pálidas y marchitas, sus ojos hinchados y enrojecidos, y todo su semblante denotaba una ansiedad profunda, terrible, ardiente, un terror pánico de lo desconocido que el porvenir le reservaba.