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¿Conocéis á... la reina? Ya dije á vuestra majestad... Dejáos de importunas majestades exclamó la dama con un acento en que había angustia, mirando de nuevo á la puerta cubierta por el tapiz ; tratadme lisa y llanamente como á una dama honrada, y concluid. ¿Ha visto alguien esta joya? ¡Señora! exclamó con el acento de un hombre profundamente ofendido Montiño.

No dejáis por eso de ser cristiano y hermano mío. ¡Ah, señor! ¡qué bondadoso sois! No tal; pero dejáos de señorías y llamadme padre. Pues bien, padre Aliaga, ya que me dais valor, voy á deciros... me atrevo á deciros... Montiño se detuvo. Fray Luis siguió arreglando sus tizones. Pues... me atrevo á deciros, aunque os parezca impertinencia, que vengo á confesarme con vos.

Y ¿qué son ínsulas? ¿Es alguna cosa de comer, golosazo, comilón, que eres? -No es de comer -replicó Sancho-, sino de gobernar y regir mejor que cuatro ciudades y que cuatro alcaldes de corte. -Con todo eso -dijo el ama-, no entraréis acá, saco de maldades y costal de malicias. Id a gobernar vuestra casa y a labrar vuestros pegujares, y dejaos de pretender ínsulas ni ínsulos.

Ved que esas tres cosas engañan. Estoy seguro de que es una divinidad. Se me os perdéis, Juan, se me os perdéis, y lo siento. Idos de la corte, amigo mío, porque si apenas habéis entrado habéis caído, á poco más sois hombre enterrado. Creedme, Juan, veníos conmigo á una hostería y dejáos de tapadas, que no contentas con haberos matado os piden hombres muertos.

Pereció también aquel; y todos los que consintieron con él, fueron derramados. 38 Y ahora os digo: Dejaos de estos hombres, y dejadlos; porque si este consejo o esta obra es de los hombres, se desvanecerá; 39 mas si es de Dios, no la podréis deshacer; no seáis tal vez hallados resistiendo a Dios.

Dejáos de simplezas... lo mejor es que os vayáis, porque cuando se sepa lo que aquí ha pasado, os van á tirar tomates los muchachos por la calle. Os prevaléis de que tengo herido un brazo. Yo no creía que érais tan cobarde y tan torpe dijo el alférez . Ea, idos, si no queréis que os eche á puntapiés... Nos veremos, señor alférez dijo don Bernardino, y salió.

Y cayó de rodillas, como quien adora, á los pies de la dama. Dejáos, dejáos de niñerías dijo ella ; tal vez nos observan; alzáos, y hablemos aún algunas palabras... pero no de amor. ¿Estáis ya seguro de que no soy la reina?

Y el confesor recalcaba lo del director espiritual, como si éste fuese el personaje más importante entre todos los citados. ¿Qué es el director espiritual? continuó. El librito lo dice claramente: «Es un segundo padre que la Iglesia os da para que dirija vuestras almas. Dejaos guiar en todo por ese fiel amigo. Si los padres se oponen á vuestro casamiento, creed que será por vuestro bien.

Creo que ya debemos volver a nuestros cuadros, por San Luis rey de Francia había exclamado Guy, metiéndose, sin más ni más, en el que le correspondía... Vamos, dejaos de chanzas, Guy... díjole Pablo. Pero el gascón se hacía el muerto, o, mejor dicho, se hacía el retrato, en la misma o semejante postura en que el Tintoretto lo pintara. Bajad de una vez... suplicaba Pablo.

Si queréis llegar muy lejos, dejaos conducir por ella, sin examinar demasiado la postura o la senda que sus sabios designios os indiquen. Pasando por una puerta del crucero entraron en la claustra. En el patio el sol ardía sobre las piedras, y la extraña crestería plateresca destacaba su cárdeno granito sobre el índigo ardiente del cielo.