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El perro recordó que ya había visto aquella cara en otra parte, pero no quiso dar su brazo á torcer ni confesar que se había equivocado, y siguió ladrando, aunque sin gana y por compromiso. ¿Qué es eso, Canelo?... ¿Te olvidas de los amigos?... Guau, guau, guau. ¿Dónde dejaste á tu amo, Canelo? Guau... guau. ¿Venís de caza, Canelo? Guau...

A lo que respondió Sancho: -Mira, Ricote, eso no debió estar en su mano, porque las llevó Juan Tiopieyo, el hermano de tu mujer; y, como debe de ser fino moro, fuese a lo más bien parado, y séte decir otra cosa: que creo que vas en balde a buscar lo que dejaste encerrado; porque tuvimos nuevas que habían quitado a tu cuñado y tu mujer muchas perlas y mucho dinero en oro que llevaban por registrar.

; el fue traidor y fementido, y dejaste de ser lo otro. Claro está que aquello fue una picardía, pero luego se encariñó mucho conmigo. Yo entonces no era tan perra como ahora. Tengo la seguridad de que si aquel hombre no se muere, se casa conmigo. ¿Se murió? A los dos años.

¡Torna! dijo Bermúdez, parándose delante de ella : ¿habías vuelto a salir? ¿Vuelto? repitió Nieves muy azorada . ... no... Vengo ahora, papá. ¿De dónde, hija? Pues de pasear... ¿Desde que yo te dejé?... Desde que me dejaste. Cabal. ¡Canástoles con el paseo! Pues ¿hasta dónde has llegado?

Aquella piel que en otros tiempos se estremecía locamente bajo sus caricias, era ahora insensible; tenía la frialdad indiferente con que se acoge lo desconocido. No te esfuerces, Rafael. Esto se acabó. El amor que dejaste pasar está lejos, tan lejos que aunque corriéramos mucho, nunca le daríamos alcance. ¿A qué cansarnos?

23 Y luego que llegó Joab y todo el ejército que con él estaba, fue dado aviso a Joab, diciendo: Abner hijo de Ner ha venido al rey, y él le ha despedido, y se fue en paz. 24 Entonces Joab vino al rey, y le dijo: ¿Qué has hecho? He aquí habíase venido Abner a ti; ¿por qué pues lo dejaste que se fuese?

Hasta... hasta donde siempre... sólo que, verás, me estuve en el banco en que me dejaste en la Glorieta, lee que te lee hecha una tonta, y me bajé después muy despacio hasta el Miradorio... Viéndome allí ya, como estaba la mañana tan hermosa, alargué el paseo hasta cerca del muelle; pero cuando más descuidada estaba, oigo el reló de la Colegiata, me pongo a contar, ¡Dios mío! y cuento las doce.

Después alzó el puño en dirección de su verdugo, y rugió: ¡Te conozco, maldito cerdo gascón, y algún día la pagarás! ¡Malhaya el en que dejaste tu pocilga de Rochecourt para pisar la tierra inglesa! ¡Así te vea yo descuartizado y muertos de hambre á tu mujer y á tus hijos! Tened la lengua, buen hombre, dijo Roger; aunque cobarde fué el golpe y capaz de encender en ira al más humilde.

La causa porque caiste, y porque humilde bajaste de la gloria en que te viste, fué la verdad que dejaste, la vanidad que seguiste. Ya no eres la princesa de todas otras naciones: ya tu altivez es bajeza. Tu diadema y tu grandeza se han vuelto en tristes prisiones. Ya tu palacio real humilde cubre la tierra en exequia funeral: la paz antigua es la guerra, y el bien antiguo es el mal.

Por imprevisor, por descuidado que fuese tu padre, por pocos amigos y relaciones que tuviese en el mundo, ¿no tuvo a nadie a quien dejarte confiada sino a D. Acisclo? ¿ misma, habiendo vivido en Madrid hasta la edad de catorce años, no dejaste allí alguna amiga? ¿No dejaste allí a nadie que se interesara por ti? El descuido y la imprevisión de mi padre no podían ser mayores.