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Tendria por escusado el oficial, porque basta un sargento para no dejar pasar al sud ninguna embarcacion extrangera, aunque tragiese pliegos: pues haria lo que el Sr.

Entonces dijo irónicamente el cadete , habrá que suprimir el ejército y dejar indefensa la nación. Hoy por hoy, no hay que esperar que esto ocurra. Mientras Europa esté armada y hasta la más pequeña nación tenga un ejército, España lo tendrá también. No es ella quien va a dar el ejemplo, ni este ejemplo serviría de nada.

Descuella, entre todas, su Cid ó El honrador de su padre, como se titula su comedia española, habiéndose observado también en Francia la semejanza singular de esta comedia con el Cid de Corneille . Esta semejanza es tan grande, no sólo en muchos pasajes aislados, que se hallan esparcidos en diversos lugares del drama, sino en escenas enteras traducidas casi literalmente, que aparece el plagio sin dejar lugar á dudas . La opinión, pues, que antes expusimos, de que éste era el único caso en que un español hubiera imitado algo de un francés, merece ampliarse con nuevos datos.

Finalmente, Anselmo y yo nos concertamos de dejar el aldea y venirnos a este valle, donde él, apacentando una gran cantidad de ovejas suyas proprias, y yo un numeroso rebaño de cabras, también mías, pasamos la vida entre los árboles, dando vado a nuestras pasiones, o cantando juntos alabanzas o vituperios de la hermosa Leandra, o suspirando solos y a solas comunicando con el cielo nuestras querellas.

Dejar obrar a la gracia de Dios, que quizá le conceda como premio la vocación que aún no tiene, y mientras tanto, no sacarla del colegio. ¿No cree usted entonces que le convenga volver a su casa?...

A todos les pareció extraordinario que una joven a quien tenían por delicada y sensible, encontrase placer en un espectáculo que no podía dejar de traerle a la memoria un recuerdo funesto. Hubo, sin embargo, que habituarse a su presencia, porque desde este día no dejó de ir a la sala de armas, a las horas que lo hacían el señor de Maurescamp y sus huéspedes.

La muerte de si tiene dar tristeza, Por no saber el hombre el paradero: Que si deste se tiene la certeza Alegre es aquel trance y placentero: Dejar un mundo tal, y tal vileza Habia de dar gozo muy entero, Y en lugar de tristeza gran consuelo, Pues vemos que salimos de este suelo.

Quería dormir, pero al mismo tiempo el deseo de dejar bien claras las cuentas le hizo continuar sus explicaciones mentales.

Al dejar el puerto se sigue por una hermosa calzada de dos leguas de largo, construida por los Jesuitas en medio de un pantano.

Detúvose aquí el diplomático con solemne pausa, y añadió sentenciosamente: Todo árbol es madera, pero el pino no es caoba... En mi opinión, ni Sabadell puede ser ministro, ni yo puedo dejar de serlo. El dedo del señor Pulido comenzó a subir y bajar con riesgo manifiesto de descoyuntarse, cual si marcaran sus oscilaciones los grados de impaciencia de su dueño.