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Los sitiados, casi en fuga, se retiraban al fuerte, y ya Jorge Brito y Morsamor tenían la esperanza de tomarle por asalto cuando el propio rey de Achin llegó en defensa del fuerte con más de dos mil infantes, con algunos caballos y con seis elefantes poderosos adiestrados para la lucha, defendidos por muy firmes corazas y dirigidos por cornacas hábiles y denodados.

¡Ah, si la Grandeza entera de España, comprendiendo al fin sus intereses hiciera lo mismo, y dejando a los ricos improvisados y a los políticos de pacotilla, el lujo con sus vicios, el poder con sus truhanerías, fuese ella caritativa en los campos, mientras eran ellos usureros en la corte, diese ella su mano al pobre campesino, mientras ellos le rechazan con altanería, el pueblo, el verdadero pueblo comprendería al fin cuáles eran sus amigos sinceros, y el lodo de la política podría fermentar en la corte, producir revoluciones, lanzar sobre el país decretos inmundos!... Mas toda aquella insolencia expiraría sin fuerzas sobre la yerba de los campos, y la ola de cieno no mancharía jamás el dintel de sus iglesias y castillos, defendidos por un baluarte de caseríos.

La ciudad de Cuyabá no tiene muralla, ni artillería, ni fortificacion alguna; porque con los anegadizos de los Xarayes, y con la suma negligencia de los españoles, se juzgan bastante defendidos. Solamente para la guardia del Capitan General, y para defensa de los indios infieles, mantienen una compañía de soldados pagados á quince pesos por mes. De estos se hacen varias reparticiones.

El moro, enemigo taimado y audaz, no perdona nunca medio alguno para causarnos el mayor mal posible; protegidos por la obscuridad han caído sobre pueblos inermes, ocasionando innumerables víctimas, haciendo centenares de cautivos; encastillados y defendidos por los bajos y arrecifes que circundan sus islas, están siempre listos para sorprender las embarcaciones que por allí se aventuran, cautivando á sus tripulantes y haciendo buena presa de los cargamentos.

El África, dentro de algunos años, absorberá por completo la atención de los europeos, y no hay nación sensata que por ganar un puñado de islas aguerridas y pobres, descuide los inmensos territorios que le brinda el Continente Negro, vírgenes, no explotados y poco defendidos.

Envianse Embajadores á Sicilia, y sale Berenguer con su armada, gana la Ciudad de Recrea y vence en tierra á Calo Juan hijo de Andronico. Luego que se supo en Galípoli la muerte de sus Embajadores, que no se puede con palabras encarecer lo que alteró los ánimos, y encendió los corazones á la venganza, el verse maltratar tan inhumanamente de los que debieran ser amparados y defendidos.

En bateles del país, empavesados con vistosos gallardetes y flámulas multicolores, y defendidos de los ardores del sol por elegantes toldos, los convidados fueron a tierra, donde había para las damas dos soberbios palanquines llevados por robustos negros; para Morsamor y Tiburcio, hermosos caballos árabes ricamente enjaezados; y para el piloto, el comisionista y el fraile, sendos pollinos tordos y lustrosos, con primorosas albardas, de las que pendían caireles y flecos de seda y con las cabezadas y jáquimas de seda también, alegrando los oídos el sonar de los cascabeles de plata que había en los pretales, y alegrando la vista los relucientes y airosos penachos que descollaban muy por cima de las largas y puntiagudas orejas.

Vestía con relativa decencia, pues su ropa, aunque vieja y llena de mugre, no tenía desgarrón ni avería que no estuvieran enmendados por un zurcido inteligente, o por aplicaciones de parches y retazos. Calzaba zapatones negros, muy rozados, pero perfectamente defendidos con costurones y remiendos habilísimos.

No habían visto una niña tan bonita, tan modosa y que se metiera por los ojos como aquella. Daba gusto ver la limpieza de su ropa. La falda la tenía remendada, pero aseadísima; los zapatos eran viejos, pero bien defendidos, y el delantal una obra maestra de pulcritud. En esto llegó la tía y madre adoptiva de Adoración.

Estos praos o paraos suelen ser, generalmente, lanchas afiladas que navegan a vela y a remo, y llevan varios hombres armados con fusiles; la mayoría tienen cobertizos de esteras, pero hay algunos de estos praos grandes, de tres palos, que llevan una toldilla sólida con cristales y están defendidos con una porción de cañones.