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Niéguese usted a hacer el papel de la pieza nueva... ese de la estatua. ¿A que no le tuercen a usted la voluntad? Si es usted franca al decir que le disgustan las mallas, saldrá usted ganando no tener que ponérselas.

De ahí esa costra de frailes y de monjas que se extendió sobre España, cuya influencia fué incontrastable, que hizo decir á los extranjeros que España era un monasterio, y que no hemos podido quitarnos aún completamente de encima. En la Edad Media España era un castillo. Cuando los nobles no pudieron construir fortalezas, construyeron conventos.

Diantre! es decir que para entrar á Francia teníamos que hacer un viajecito léjos de Francia, en busca de un visa? Probablemente. Pero si en Estuttgard ni Carlsruhe no hay ministros ni cónsules de mi país.... Eso no es culpa mia. Y bien, señor comisario, U. se equivoca. Nosotros tenemos derecho de entrar á Francia, sin visa especial, como cualquier frances. ¿Por qué?

y, según esto, mucha razón tiene este señor en decir que quiere más ser más labrador que rey, si le han de comer sabandijas. No pudo la duquesa tener la risa, oyendo la simplicidad de su dueña, ni dejó de admirarse en oír las razones y refranes de Sancho, a quien dijo: -Ya sabe el buen Sancho que lo que una vez promete un caballero procura cumplirlo, aunque le cueste la vida.

Bastaba decir que las sirenas, los unicornios navales y los caballos de mar andaban como moscas, y que un gigante, con los ojos encarnados, tenía en la cueva su misteriosa morada.

Esto lo decia en alta voz desde el piso tercero con entresuelo, es decir, desde el piso cuarto. Mi mujer me miraba como consultando mi resolucion, hasta que la hice seña de que subiese. El diablo me tentó aquel dia por ser amable, ó tal vez la amabilidad parisiense se me habia entrado de súbito por los poros del alma.

Si Clotilde respiraba fuerte o se movía, haciendo crujir levemente sus ropas, Julia, alzando súbito la cabeza, quedábase mirándola, con las pupilas incendiadas por un relampaguear indefinible y extraño, tan extraño, que nadie hubiese podido decir si era expresión de odio o muestra de terror.

Qué es esto que ven mis ojos! Lo que presto no verán Segun la priesa se dan De acabarme mis enojos: Ves aqui, Lira; cumplida Mi palabra y mis porfias De que no moririas Mientras yo tuviese vida. Y aun podré mejor decir Que presto vendrás á ver Que á sobrará el comer, Y á faltará el vivir. Qué dices, Morandro amado?

Y luego, no bien cesó de hablar ésta, se apresuró a decir en voz alta, con marcado aire de triunfo: ¿Lo ven ustedes?... ¿Lo ven ustedes cómo era lo que yo decía?... Lo mismo, lo mismo que está diciendo Curra fue lo que me contó a García Gómez.

-En eso de volver, o no, las espaldas no me meto -replico el diestro-; aunque podría ser que en la parte donde la vez primera clavásedes el pie, allí os abriesen la sepultura: quiero decir que allí quedásedes muerto por la despreciada destreza. -Ahora se verá -respondió Corchuelo.