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A él le era imposible vivir si Amparito se negaba a amarle; necesitaba, para no aborrecer la vida, que ella se decidiese a ser su musa, su inspiración. Y el lindo bebé, aunque por costumbre seguía riendo, sentíase muy satisfecha en su interior de ser musa de alguien, honor que jamás alcanzaría su hermana Concha.

Cuando cayó la pieza, el oficinista dijo á Rojas: Hemos ganado, don Carlos, y podemos elegir el sitio. El marqués, que había traído bajo un brazo su célebre caja de pistolas, la dejó abierta sobre la hierba. Cargó las dos armas con minuciosa lentitud, sacando á luz de nuevo la misma moneda para que el azar decidiese por segunda vez.

Adivinaba en él á un enemigo del Gentleman-Montaña. Bastaría que el gobierno decidiese el indulto de Edwin para que Gurdilo aconsejase su muerte, como si de esto dependiese la felicidad nacional. Además, el diario que pedía la supresión del Hombre-Montaña había ya reproducido en una de sus ediciones ciertas palabras inquietantes del temible jefe de la oposición.

Pero ven acá, infeliz, la única nación que puede atacarnos por tierra es Francia, y si Francia se decidiese a hacerlo, ¿de qué nos servirían todos esos oficialitos tan guapos y bien uniformados? Además, los soldados son un bien para la población por lo que consumen. Los comercios ganan, las casas de huéspedes lo mismo...

Claro está que afirmó Lucía . Y si usted quisiera ser franco, si usted se decidiese a... confiarme lo que así le aflige, vería cómo en un santiamén le disipaba yo esa sombra que tiene en la cara.

Conviene que se sepa que doña Inés tenía un carácter tan dominante, que no se aquietaba ni se satisfacía como no decidiese y gobernase cuanto hay que decidir y gobernar.

Tal vez la hija de Rojas, aburrida de su soledad, se decidiese á montar á caballo. Estaba dispuesto á esperar hasta que el sol se ocultase. Llevaba á precaución, en una bolsa de su montura, algunos comestibles. Además, como todos los enamorados, olvidaba que los hombres nacen con la enfermedad mortal del hambre y únicamente pueden seguir viviendo si se curan de ella dos veces al día.

Lo indispensable era que hubiese dos, para que la suerte decidiese cuál debían emplear.

Si me decidiese yo a ser novia de usted, sería por considerarlo bueno y honrado, y en vez de ocultarlo como fea mancha, lo pregonaría y lo dejaría ver a todos con más orgullo que si enseñase una joya, jactándome de ello, en vez de andar con tapujos. Ya sabe usted modo de pensar. Nada más tenemos que decirnos. Ahora, lo repito, váyase usted y déjeme tranquila.

Esta señora visitó a varios de los feligreses y a la familia del doctor Cope, lo cual dio por resultado que una junta posterior del comité musical decidiese que la voz de la contralto no era adecuada a la capacidad del edificio y fue invitada a presentar su dimisión, lo cual no tardó en hacer.