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Después de un instante de reflexión, entona un aire de caza. Ataca vigorosamente su parte, y las dos voces se funden en una, como dos olas en el mar. Sorprendidos por esa armonía, se miran; nunca han cantado tan bien. Pero concluyen en seguida; los alemanes tenemos pocos cantos populares que no sean de amor. Al fin, ella se decide: Bello rosal florido, Cuando veo a mi amor...

En este intermedio se manda á Payo de real orden que concurra á un combate singular y solemne con Mendo, ó con quien lo represente. Mendo, lleno de ansiedad, y desconfiando de sus propias fuerzas para la lid, pone todas sus esperanzas en su nieto; pero como no se presenta en el momento decisivo, se decide á pelear y hace sucumbir á su enemigo.

Esté usted seguro de que en este Ayuntamiento han de votarle a usted hasta los difuntos. ¡Algo más duro de pelar es el otro mozo que vamos a visitar en seguida, en ese pueblo que se ve a la derecha! Es hombre que no da nunca el brazo a torcer, ni se decide hasta el último momento.... Y a propósito: ¿tiene usted alguna buena recomendación para la Audiencia del territorio? Absolutamente ninguna.

No decide, por lo tanto, si el P. Jacinto estaba atinado ó no en lo que decía; si hablaba guiado por el sentido común ó por la doctrina moral cristiana, ó por ambos criterios en consonancia completa; y no se inclina tampoco á creer que dicho padre tenía una moral burda y grosera, y el atrevimiento y la confianza de un rústico ignorante. Quédese esto para que lo resuelva el discreto lector.

Hermana... no te alejes de . DOROTEA. Este instante decide de tu suerte. Volverás al mundo... verás a Máximo. ELECTRA. ¿Cuándo? Mi madre me llama. Al sonar las últimas palabras de Electra, aparece la Sombra de Eleuteria, hermosa figura vestida de monja. ELECTRA, LA SOMBRA DE ELEUTERIA, que vagamente se destaca en la obscuridad del fondo. Electra avanza hacia ella.

Muy acertado estuvo Bouterwek al calificar la comedia Rubena de novela dramática, atendiendo al somero enlace de sus escenas: en la parte primera de esta pieza, como ya dijimos, se describe la apurada situación de Rubena, hija de un prior, seducida por un joven clérigo, y que, por evitar la cólera de su padre, se decide á parir al aire libre.

Don Diego está enamorado de la bella Lisarda, aunque sin esperanza de que le corresponda, porque su padre ha prometido su mano á otro. Para satisfacer su pasión, se decide al cabo á emplear la violencia.

Pero lo que decide mas victoriosamente la superioridad del oido sobre el tacto, es la facilidad que nos da de ponernos en comunicacion con el espíritu de nuestros semejantes por medio de la palabra: facilidad que resulta de la rapidez de las sucesiones que mas arriba hemos notado.

El barón no es tan expedito: toma su copa, la sube a la altura de los ojos y hace frente ella una serie de muecas a cual más horrorosa; después la toca con el borde de los labios, vuelve a las muecas, vuelve a tocarla; por fin, después de largos ensayos y vacilaciones, se decide a apurarla.

Verá también el lector que Clarín, obligado en el asunto a escoger entre dos males, se decide por el mal seglar, que siempre es menos odioso que el mal eclesiástico, pues tratándose de dar la presa a uno de los dos diablos que se la disputan, natural es que sea postergado el que se vistió de sotana para sus audaces tentaciones, ultrajando con su vestimenta el sacro dogma y la dignidad sacerdotal.