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Siempre le he oído decir que deseaba verme unida a un hombre cuyo amor me hiciese dichosa. Mucho tiempo he vacilado antes de hacer mi elección, pero al fin me he decidido. No se trata de una proporción brillante, pero estoy segura de ser amada y de que sabré cumplir sin esfuerzo con mis deberes de esposa.

La he llorado durante veinte años y he llevado lealmente su luto. Pasemos, pasemos. Pero al fin llega una hora en que no debe uno ya mirar detrás de y en que los minutos están contados para llenar nuestros deberes respecto del porvenir como respecto del pasado. Un noble no puede dejar extinguirse el nombre que ha recibido de sus antepasados para transmitírselo a sus descendientes.

La independencia de un pueblo consiste en el respeto que los deberes públicos demuestre a cada uno de sus hijos. En la hora de la victoria solo fructifican las semillas que se siembran en la hora de la guerra. Un pueblo antes de ser llamado a guerra tiene que saber tras de qué va, y adónde va, y qué le ha de venir después.

Ya en otras ocasiones pudo creer Jacinta que la vuelta a los deberes conyugales sería definitiva; pero se equivocó, porque el Delfín, que tenía en el cuerpo el demonio malo de la variedad, cansábase de ser bueno y fiel, y tornaba a dejarse mover de la fuerza centrífuga.

A encarrilar su alma, a cultivar su espíritu, a hacer bien a su prójimo, a llenar los deberes de su estado. ¡No es preciso poseer una nariz prominente para ser buen cristiano, buen padre de familia y buen notario! ¡Notario! replicó él con amargura poco disimulada, ¡notario! En efecto, eso aun lo soy.

¡Ja, ja, ja!... Yo soy así dijo el diplomático siguiéndole el humor . Como nada debo, ni nada ni a nadie temo, doy todo mi pasaporte cuando me preguntan cómo me llamo.... Pero observo dijo, interrumpiéndose de pronto y consultando su reloj que con el placer de estar a su lado, olvido uno de mis deberes.

Sin embargo, en el fondo de su atribulada conciencia, en lo profundo de su mente, orgullosa y fanática á la vez, sentía vergüenza de haber humillado ante su soberbia y de haberse rendido á mi voluntad, y tenía miedo y horror de haber dejado por el buen camino, ofendiendo á Dios y faltando á sus deberes.

Ni doña Paula ni Teresa olvidaban jamás estos pormenores. Ellas eran las encargadas de oír la campana del coro, de apuntar las misas, de cuanto se refería a los asuntos del rito. De Pas cumplía con estos deberes rutinarios, pero necesitaba que se los recordasen. ¡Tenía tantas cosas en la cabeza!

Don Fernando replica en seguida que no consiente en ser rescatado á este precio, y encarga á su hermano con insistencia, al despedirse de él, que nunca olvide sus deberes de cristiano. Entonces comienza la serie de pruebas, que ha de sufrir el cautivo, aunque al principio lo trate el Rey con atención.

Permitido es lamentar que hombre de tan notable inteligencia se viera llevado por la fuerza de los acaecimientos á emplearla en beneficio de los enemigos de su país; mas no hay razón con que condenarle en absoluto, porque no tenía conciencia de los deberes que ni comprendían ni practicaban sus contemporáneos