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Antes de desembaynar el papel, significaré lo que confio de su buen juyzio y conocimiento, causa de haverme determinado á darle este primer trabajo, este amado y unico hijo de mi entendimiento. »MAESTRO. Por lo menos no será muy sabroso manjar el que pide tanto saynete. Introducion con tan larga arenga fuera para mi sospechosa.

Todo era darle a la llave para subir la mecha, con lo cual se ahumaba el tubo, o para bajarla, con lo que se quedaban todos de un mismo color. Pero sin acobardarse por la pestilencia del petróleo ni por la penumbra de su avara luz, seguían trabajando aquellas pobres chicas, sometidas a la ley de la necesidad, que obliga a comprar el pan de hoy con los ojos de mañana.

Con todo esto, a la entrada de la ciudad, que fué a la oración, y por la puerta de la Aduana, a causa del registro y almojarifazgo que se paga, no se pudo contener Cortado de no cortar la valija o maleta que a las ancas traía un francés de la camarada; y así, con el de sus cachas le dió tan larga y profunda herida, que se parecían patentemente las entrañas, y sutilmente le sacó dos camisas buenas, un reloj de sol y un librillo de memoria, cosas que cuando las vieron no les dieron mucho gusto, y pensaron que pues el francés llevaba a las ancas aquella maleta, no la había de haber ocupado con tan poco peso como era el que tenían aquellas preseas, y quisieran volver a darle otro tiento; pero no lo hicieron, imaginando que ya lo habrían echado menos, y puesto en recaudo lo que quedaba.

Andrajosos vestiglos amenazándola con el contacto de sus llagas purulentas, la obligaban, entre carcajadas, a pasar una y cien veces por angosto agujero abierto en el suelo, donde su cuerpo no cabía sin darle tormento. Entonces creía morir.

Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.

No es cosa de aguardar a que esos incircuncisos vengan aquí a darle a uno tósigo. Mas ya el cura de Boán y el señorito de Limioso, unidos al Tuerto, formaban un grupo lleno de decisión.

Juan, no sabiendo qué hacer, siguió a distancia a María Teresa; sus amigas la llevaban hacia la orilla del mar. La joven, una vez que miró para atrás, reparó en Juan; la expresión dolorosa de su semblante la impresionó, se detuvo para darle tiempo a que la alcanzase y le dijo entonces: Las barrancas de Saint Jouin son magníficas. ¿No es verdad, amigo mío?

De donde resulta que, si a toda costa se quiere alistar a Pereda entre los naturalistas, habrá que declararle un naturalista profético y darle por antigüedad el decanato de la escuela.

Cuando la mayor parte de los poetas dramáticos de aquel período consideraban de ordinario el argumento de sus obras como su objeto principal, manejándolo y revolviéndolo en todos sentidos para darle el aspecto y la forma que podía ofrecer la poesía para recreo de los espectadores, los hechos, que constituyen el enredo, son sólo para este poeta la expresión del pensamiento que intenta representar.

Los criados tenían que darle de comer porque no tenía brazos. Así estuvo viviendo de esa manera hasta que murió. Sobre los pequeños pilares que forman la cornisa del palacio 30 se puede ver el busto de un hombre. Como todos los bustos, no tiene ni brazos ni ojos. Según el pueblo este busto es la efigie del arquitecto que dirigió la erección del palacio.