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La niña, instintivamente, llega un día en que deja de fijar su mirada en las inmóviles formas del cartón, lo mismo que la mariposa llega un momento en que rompe su cárcel de seda y extiende su vuelo revoloteando donde hay luz y perfumes.

Los criados de la casa, a quienes impacientemente preguntaba por Inés, no sabían o no querían darme noticia alguna. Pero un día, precisamente el 1.º de julio, cambió repentinamente la situación de mi espíritu. Atiendan ustedes, que esto es de suma importancia. Por fin, tras larga espera, llegó el ejército del general Castaños, y al anochecer debía partir para el Carpio.

Trabajó todo el día con ardor, pero sin alegría, porque, en el fondo, estaba descontento de mismo. "¿Cómo explicar á mi tutor lo que ha pasado? se decía; y ¿cómo va á tomar mi desobediencia? ¡Ah! si conociese á Herminia, me comprendería y me disculparía! Pero no conoce más que á la señorita Guichard y es fuerza confesar que no es lo mismo ... Y, sin embargo, no es mala esa mujer.

Asì con gran contento deseaban Que venga el español para probarse; El tiempo, noche y dia lo gastaban En su estacada, y fuerza y repararse. La flecha, pica y dardo ejercitaban, A sus solas procuran ensayarse. El marac

Lo que acabó de cimentar los detestables principios de Martin, de hacer titubear mas que nunca á Candido, y de poner en confusion á Panglós, fué que un dia viéron llegar á su cortijo á Paquita y fray Hilarion en la mas horrenda miseria.

¡Caramba! exclamo . He hecho una atrocidad sin querer. El otro día se conmovió el Heraldo por un artículo mío, y ahora este Castrovido dice esas cosas tremendas hablando de otro... ¡Caramba! Yo no me atrevo a salir a la calle, a ir tímidamente al Ateneo, a pedir un libro en la Biblioteca, a entrar en la librería de Fe... ¿Tomaré el tren otra vez? , ; es preciso que yo coja el tren otra vez.

Cantad a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob celebrad con júbilo. 2 Tomad la canción, y tañed el adufe, el arpa de alegría con el salterio. 3 Tocad la trompeta en la nueva luna, en el tiempo señalado, en el día de nuestra fiesta solemne. 8 Oye, pueblo mío y te protestaré. Israel, si me oyeres, 9 no habrá en ti dios ajeno, ni te encorvarás a dios extraño.

Cada cual en el mundo tiene su punto de vista especial; así, no es extraño que, miéntras un inválido erudito me explicaba con todo el entusiasmo posible lo mismo que cada día explica á todos los viajeros curiosos, considerando como semi-dioses á los personajes mas históricos, yo maldecia interiormente el genio destructor de esos gloriosos filibusteros á quienes las naciones llaman almirantes cuando les dan el encargo de ir á ensangrentar los mares con sus atroces combates, no contentos los gobiernos con ensangrentar la tierra.

Al día siguiente se desbordó el Danubio. Mientras tanto, Guillermo se extrañaba de que Carlos no hubiese llegado; y contaba impaciente los días transcurridos desde aquel en que su amigo debía de llegar. Pero sus temores aumentaron aún cuando vio que la inundación, que había llegado hasta el monasterio, había cubierto toda la campiña e interrumpido todas las comunicaciones.

Las losas der pavimento, dislocadas, dejaban entrever el agua negra. Sobre sus cabezas oían los expedicionarios el pisar de la gente, el batir del duro casco de las bestias. A veces se abría un respiradero, y al través de la reja de hierro filtrábase la luz del día, lívida y cadavérica, amarilleando la rojiza de las lámparas.