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Confundíanse poco á poco las pendientes en una misma masa azulada: dejaban de verse las anchas cortaduras los valles: perdíanse las cimas secundarias: únicamente se dibujaba en el fondo luminoso el perfil de las altas cúspides.

Las obras del hombre me conmueven; las de Dios me imponen, me turban, me confunden. He subido con vosotros á los montes que levantan sus cúspides mas allá de las nubes; no he podido menos de doblar la rodilla sobre aquellas altas cumbres.

Después, toda la extensión del hermoso valle poblado de casas, de árboles, de flores, de ganados; a lo lejos las montañas con sus laderas cubiertas de bosques, sus eminencias rojizas y azules y sus cúspides encaperuzadas con una blancura en la cual nuestra viajera creyó ver enormes montones de plumas, encima el cielo sin fin, el sol de la mañana dando vivos colores a todo el paisaje, garabateando el agua con rayos de luz, produciendo temblorosos reflejos en el follaje de los olmos, y reverberando en las sementeras pajizas, salpicadas aquí y allí de manchas de amapolas. ¡Esto que se llama vivir!

Y canta en tu loor, oh lengua hispana, del pensamiento alada mensajera, que fulguras, cual límpida custodia de la eterna Verdad, en las conciencias, como el sol en las cúspides altivas donde la tromba y el ciclón fermentan, como el anhelo indígena que fulge en el blasón astral de mi bandera.

Obstinado en pasar huyendo de la fiera que me seguía balanceándose sobre sus patas de atrás y relamiéndose el hocico, tanto forzaba la cuña de mi cuerpo, que removía los montes por sus bases y oscilaban allá arriba, ¡muy arriba! las cúspides pedregosas, y hasta se desplomaban muchas de ellas sobre , pero sin hacerme daño.

Lord Gray, contemplando por el camino tan gran desolación, el furor del viento, los horrores del revuelto cielo, ora negro, ora iluminado por la siniestra amarillez de los relámpagos, la agitación de las olas verdosas y turbias, en cuyas cúspides, relucientes como filos de cuchillos, se alcanzaban a ver restos de alguna nave que se hundía luego en los cóncavos senos para reaparecer después; contemplando lord Gray, repito, aquel desorden, no menos admirable que la armonía de lo creado, aspiraba con delicia el aire húmedo de la tempestad y me decía: ¡Cuán grato es a mi alma este espectáculo!

Las cumbres, formidables en otro tiempo, son hoy atractivo de millares de trepadores que han emprendido la tarea de que no quede peñón ni campo de hielo virgen de paso humano. En nuestras comarcas occidentales de Europa, casi todas las cúspides han sido conquistadas sucesivamente: las de Asia, Africa y América lo serán con el tiempo.

A todas horas, en todas ocasiones he contemplado con indefinible placer esa ciudad que brota de las orillas de dos rios como una hija del agua del fondo de su lago, esa cadena de montes que á la vaga luz del crepúsculo parecen colosos sentados en el espacio para guardar la Vega, ese cielo diáfano y trasparente prendido en las cumbres de esos cerros como una estrellada colgadura de seda en las cúspides de las palmeras que constituyen la tienda de un califa.

Nunca se había visto en otra la gran dama; y este sencillo y honrado placer se le debía a la mujer de un magistrado cesante. ¡Y ella se había pasado la vida pagándolos a precios exorbitantes en las grandes cúspides sociales, sin adquirir uno solo que no la dejara rastros de amargura y de remordimientos!

La constante difusión de las luces, el espíritu incansable e investigador del siglo, la rapidez y la facilidad en las comunicaciones, la escuela, el libro, la prensa y la tribuna, han eliminado esas eminencias, cúspides de la humanidad. Con la abundancia de las colinas han desaparecido los Himalayas. Con la dilatación ha resultado el aplanamiento, con el ensanche se ha perdido la altitud.