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Transcurren varios meses, durante los cuales la curiosidad pública, lejos de descaecer con la espera, se exacerba é irrita. De pronto, Coquelin aparece desesperado: Rostand se halla gravemente enfermo de neurastenia; los médicos le han prohibido trabajar.

Algunas también, para dar ejemplo de humildad, caminando sobre las propias piernas. Pablo se acercó a su familia, retorciéndose de risa. ¿Qué te ha pasado? le pregunta doña Paula, sonriendo también. Hemos seguido a Periquito a la cazuela y le encontramos mano a mano con Ramona dijo el joven, acercando la boca al oído de su hermana Ventura. ¿?... ¿Qué le decía? preguntó ésta con gran curiosidad.

Es una curiosidad sorprendente para el extranjero, recorrer estas calles de diez á once de la mañana y de cinco á seis de la tarde, ir mirando á derecha é izquierda, y ver la mesa interminable á que asiste una poblacion de millon y medio de almas.

Molestaban a Fortunata las visitas que, según ella, sólo iban por curiosear. Doña Silvia no había podido resistir la curiosidad y se plantó en la casa el mismo día en que la novia salió del convento. Al otro día fue Paquita Morejón, esposa de D. Basilio Andrés de la Caña, y ambas parecieron a Fortunata impertinentes y entrometidas.

¿Por quién me tenéis? dije al cocinero mayor fingiéndome gravemente ofendida, á pesar de que tenía una viva curiosidad por saber quién era aquella persona ; ¡ea! añadí: idos de mi casa, si no queréis que os haga echar á palos.

Es una encantadora curiosidad que ningun extranjero debe dejar de visitar y que, léjos de perder su interes, lo aumenta á medida que el tiempo aleja mas á los personajes puestos en escena. Lo describiré rápidamente para que se vea todo el partido que de alli puede sacar el viajero observador.

Los sucesos sorprendentes, las situaciones interesantes, que excitan la curiosidad, y hace surgir el poeta de estos motivos, eran ya proverbiales en vida del autor: llamábaseles Lances de Calderón, y no faltaban entonces personas, que criticasen la repetición constante de causas iguales para atraer la atención. Nuestro mismo poeta aprobaba estas observaciones, y hasta las formulaba chanceándose.

El hijo miraba con una curiosidad malévola la cabeza temblorosa y cana de la madre; recordaba las cosas insensatas que le decía en el camino, y pensaba que estaba loca; que abajo, en los aposentos cerrados, había locos; que su hermano, que acababa de morir, estaba también loco, y no paraba de inventar historias ridículas, viendo enemigos por todas partes, figurándose que se le perseguía a cada paso. ¡El pobre desgraciado se imaginaba tener enemigos! ¿Qué hubiera dicho si, en efecto, los hubiera tenido como él, el escritor, reales, poderosos, implacables, infatigables, que no retrocedían ante la calumnia y la denuncia?

Mal hecho; pero, ¿a quién se ha de permitir ser curioso, si no se le permite a un autor dramático? La curiosidad, que en los demás es un defecto, en él constituye un deber. Debe escuchar, aunque sólo sea por oficio.

Al llegar á sitio más ancho, no ya á otra senda, sino á un camino, los tres, que, por ser la senda casi siempre estrecha, habían ido uno en pos de otro, se pusieron en la misma línea. Clara estaba en el centro. Lucía dijo entonces, dirigiéndose á su tío: Vamos, ya habrá satisfecho V. su curiosidad.