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Cuando salió á luz este poema sobre la conquista del Rio de la Plata, las musas castellanas habian desplegado, en las obras de Garcilaso, Herrera y Luis de Leon, un estilo culto y elegante. Ni la lucha intestina de Fernando el Catòlico contra los Moros, ni las guerras exteriores de su sucesor Carlos V, fueron bastantes

El símil, aunque nada culto, y acaso por eso, hizo reir a las costureras. A Valentina no le gustan los señoritos manifestó Encarnación. Hace bien; de los señoritos no se saca más que parola, tiempo perdido y a veces la desgracia para toda la vida dijo sentenciosamente doña Paula sin acordarse de que ella había sacado la felicidad. Tocante a eso, Sarrió está perdido.

La ocasión es, por tanto, oportunísima para que el traductor haga ostentoso alarde de su erudición verdadera ó simulada, é inserte en este lugar largo catálogo de libros, inéditos é impresos, en castellano y en otras lenguas, y los juicios críticos de los mismos, pero desgraciadamente quien pudiera hacerlo es por convicción y por carácter enemigo jurado de toda exhibición personal, por lo mismo que, con harto dolor suyo, observa hace ya tiempo, así en los escritores como en los que no lo son, un afán inmoderado, y, para él odioso, de rendir culto constante á la egolatría, olvidándose de la utilidad de las cosas por atender al medro de las personas.

Al mismo tiempo que alude claramente al paganismo, la prohibición de celebrar juegos y danzas y entonar cánticos idólatras, y la de cubrirse en las Calendas de enero con pieles de ternera ó de ciervo , prueba también la mención que se hace de las fiestas de los santos, que lo consagrado en un principio á la alabanza de los dioses empieza á servir para el culto cristiano.

La prosa y verso, á cuyo estilo se dió el nombre de culto, debe considerarse únicamente como un hecho aislado, que casi desaparece cuando se recuerdan otras muchas composiciones del mayor mérito.

Ha renunciado ya á sus defectos más chocantes y á las exageraciones del estilo culto; así, en la comedia Cuál es mayor perfección, dice estas palabras: De esos hipérboles, llenos De crepúsculos y albores, El mundo cansado está. ¿No los dejaremos ya Siquiera por hoy, señores?

Tan importante era el papel de las altas cumbres en la vida de las naciones, que se podría relatar la historia de la humanidad por el culto de los montes. Son éstos como grandes hitos de etapas colocados de distancia en distancia en el camino de los pueblos.

El diestro avanzó trabajosamente entre los grupos. Su nombre pasaba de boca en boca con exclamaciones de entusiasmo. ¡Gallardo!... ¡Ya está ahí el Gallardo! ¡Olé! ¡Viva España! Y él, entregado por completo al culto del público, avanzaba contoneándose, sereno cual un dios, alegre y satisfecho, como si asistiese a una fiesta en su honor.

En el fondo, junto á la modesta cátedra del capellan, está un pequeño altar reducido á un Cristo, la imágen de la Vírgen y los vasos y objetos necesarios para el culto romano. Ese altar está provisto de un cortinaje oscuro y espeso. Cuando los reclusos católico-romanos están en la capilla, el altar está descubierto y funciona el sacerdote respectivo.

Así en estas obras como en las pantomimas mudas, mencionadas antes, y en otras, de que hablaremos después, se advierten esas tendencias del culto divino, desde tiempos anteriores, á revestir forma dramática.