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Para explotar sus tierras D. Álvaro no tenía más servidumbre que dos criados y una moza, que alternaba entre la dirección de las simplicísimas tareas culinarias de la cocina y las un tanto más complicadas ocupaciones de bajar por agua al río, echar de comer á las bestias durante la ausencia de los criados, lavar la ropa de la familia, amasar el pan y sacarlo del horno, ir al mercado de la villa los lunes por aceite, especias, estambre para las señoritas, etc., etc., y durante las interminables noches de invierno hilar, en compañía de la familia y algunas vecinas, en el vasto y oscuro salón de la casa, algunas varas de lienzo burdo para sábanas.

Su cabeza está siempre cubierta con un vasto sombrero de plumas desmayadas, que se agitan en cadencia a cada una de las palabras que pronuncia. La fisonomía de la buena mujer es más bien simpática, sus frases son bastante benévolas y sus recetas culinarias, en las que sobresale, son exquisitas.

Y fue de ver como el señor Joaquín, ensanchando los horizontes de su comercio, acaparó todas las especialidades nacionales culinarias: tiernos garbanzos de Fuentesaúco, crasos chorizos de Candelario, curados jamones de Caldelas, dulce extremeña bellota, aceitunas de los sevillanos olivares, melosos dátiles de Almería y áureas naranjas que atesoran en su piel el sol de Valencia.

Pensó contarle la insolente pretensión de don Andrés para que don Paco le tuviese a raya; pero pronto desistió de tan cobarde propósito. Al fin, como Juanita era muy devota, tomó su mantón y se fue a rezar a la iglesia, esperando encontrar allí inspiración y consuelo. Juana se había ido ya de nuevo a casa de don Andrés a continuar sus ocupaciones culinarias y sus preparativos de la gran cena.

Esta noticia pareció afectar muy poco al caro esposo de la dama y al duque de Bringas; al ministro de la Gobernación hízole, por el contrario, malísimo efecto, dando a sospechar, por sus muestras de disgusto, que algo que la ausencia de Currita chasqueaba por completo le había traído allí y héchole aguantar con paciencia las majaderías culinarias del héroe del combate navo-terrestre de Cabo Negro; como Butrón temía, el nombramiento de camarera mayor comenzaba a mover la cola.

Cabezas de jabalí deliciosamente adobadas, faisanes asados, dulces y cremas nunca gustados antes, prodigios de repostería, uno de los cuales representaba en todos sus detalles el exterior del regio palacio de Windsor, tales fueron algunas de las maravillas culinarias que saboreó Roger en la antigua abadía francesa.

Mas sus habilidades culinarias fueron estériles. ¿Qué vale el buen caldo contra la pasión de ánimo? ¿Qué pueden Vatel ni Motiño contra la lobreguez de ideas? ¡Mísero don Juan!