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Figuraos, continuó la indignada ventera dirigiéndose á Roger, que Ferrus me ofreció esta mañana pintarme una enseña con un pájaro verde, nombre que ha llevado por luengos años esta honrada venta, á condición de darle todo el vino que quisiese durante su trabajo; ¡y ved aquí lo que ese farsante ha pintado y quiere que cuelgue yo á la puerta de mi casa!

Tengo yo uno; no necesitas comprarlo repuso la joven tornando a salir de la estancia y entrando otra vez al instante con un cordoncito azul. Y sin más dilación tomó el crucifijo de manos de Miguel, sacó el cordón viejo, metió el nuevo y dijo con naturalidad: ¿Quieres que te lo cuelgue? Bueno contestó Miguel poniéndose otra vez colorado.

Y en el salón daba gritos, mientras los mozos colgaban los tapices de los balcones; hacía aspavientos, e invocaba la tolerancia religiosa, la libertad de cultos y hasta la sesión del juego de pelota. Pero, hombre le decía Ronzal, con deseos de pegarle ¿qué le importa a usted que el Casino cuelgue e ilumine? ¿Qué le ha hecho a usted la Santidad de Pío Nono?

Mi amo D. Félix me ha entregado este reloj de plata con su cadena para que lo regale al tirador que más lejos clave la barra de hierro de quince libras. Y como de mis manos no ha de parecerle tan bien el regalo como de las de alguna chavalita, el mozo que gane el premio queda autorizado para elegir la que mejor le parezca entre las presentes para que se lo cuelgue del chaleco.

El pueblo cree que está viendo representar el sainete de Castillo <i>La casa de vecindad</i>, y quiere tomar parte en la función. ¿No es verdad, Araceli? señora. Ese nuevo actor que se mete donde no le llaman, dará disgustos a las Cortes. El pueblo quiere que juren dijo Flora. Y querrá también que se les ponga una soga al cuello y se les cuelgue de las bambalinas.

¡Ya lo creo!... Desde el balcón, como cantaba la Nilson en Viena; y luego obsequió a la concurrencia con carramelos y cigarritos... ¡Qué monada!... De seguro que este invierno tendrá recepciones. ¡! Para los ciudadanos sans culottes. ¡Polaina! exclamó Diógenes . En cuanto cuelgue un jamón en la puerta, tiene allí a Madrid entero, y , Curra, irás la primera.