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Sin embargo, hace poco te veía bailar: tienes en las piernas una cosa que no es vulgar; estás muy bien formada. ¡Y con esto ya se puede hacer algo...!» Me explicó su plan: fundar un curso de danza para snobs. «¡Oh...! ¡Nada de fox-trot ni de matchichas argentinas...! ¡Esto está gastado y archiconcluído! ¡No! ¡Ha de ser algo medicinal y neosimbolista a la vez...!» ¡Entonces fundamos el curso de Belleza aplicada...! ¡La Tharillière subvino a los primeros gastos, y hasta se casó conmigo... ¡; yo soy la señora La Tharillière...! ¡Ah...! ¡Cómo recuerdo aquellos principios en un cuartito pequeñín de Clignancourt! ¡Teníamos tres discípulos y un ciego que tocaba el piano...! Poco a poco fué aumentando la clientela: cubanas, chilenas y norteamericanas, que acudían por casualidad y por... algo más... ¡No frunzas el ceño...! ¡Es necesario comer...! ¡Ya estábamos lanzados...! Nos habíamos mudado aquí, contratado una orquesta y hecho repartir prospectos... ¡En esto se le ocurre a mi marido dejarme viuda...!

A la sazón, por todas las emigraciones iban siendo conocidas y aceptadas las «Bases del Partido Revolucionario Cubano»: y el diario de abril de 1892 aniversario de aquel otro 10 de abril de Guáimaro , quedó proclamado este y nombrado Martí, por el cómputo de votos de todos los emigrados, Delegado, cargo que llevaba en la suprema dirección de los trabajos de esa gigantesca corporación, que fue casa, tribuna y trinchera de las libertades cubanas en el exterior....

Luego se alejaban las cubanas, con carcajadillas discretas, con medias palabras, taconeando firme y moviendo un ruge-ruge de telas frescas y de ropa fina. Un cuarto de hora lo menos quedaba Pilar murmurando de las petimetras y de alguien más también. ¡Cada día más exageradas y más estrepitosas!

A veces se aparecían también, a guisa de sorprendentes cometas, las ricas cubanas de Amézaga, con sus sombreros extraordinarios, sus sombrillas monumentales y sus atavíos caprichosos, destilados siempre a la quinta esencia de la moda. Pilar las distinguía de cien leguas, por sus famosos sombreros, imposibles de confundir con otro tocado alguno.

A esta última asistió el General Blanco, Capitán General de la Isla entonces, y notables personalidades cubanas y peninsulares.

Su participación en el movimiento revolucionario, su agitación en las emigraciones cubanas, su recorrido por todos los países en los cuales creyó que podía encontrar un eco simpático al pensamiento revolucionario y su dedicación absoluta y definitiva a dar cuerpo a ese pensamiento y a su ensueño, ¿qué son sino una cosa que está en la memoria y en el corazón de todos nosotros y que no necesita ser repetida, que no debe ser repetida, porque la repetición no sería ciertamente excusable, sería incuestionablemente vana y presuntuosa?

Martí, si perdió con ese acto, el gusto y el regalo de su vida, ganó en prestigio entre sus compatriotas, para los cuales fue desde entonces, antorcha encendida de patriotismo, brazo infatigable, el pensamiento a caballo como lo llamó un ilustre hombre americano, el altar más hermoso y más puro de las libertades cubanas.

Más de diez veces les habló Martí a fuerzas cubanas en guerra y siempre les dejó la mente en alto y el alma contenta. ¡Todavía viven algunos de los que oyeron a caballo y con la mano a la cintura su elocuencia arrebatadora: todavía viven algunos de los que le vieron sin cansancio y sin fatiga andando con el rifle al hombro por las montañas agrias, por los pedregales ásperos, por los ríos creídos, por las ciénegas espantables.

Y he aquí lo más admirable, lo que para nosotros, testigos presenciales de la cruenta campaña, constituye el más hermoso timbre de gloria con cuya posesión pueden envanecerse las tropas cubanas: esos soldados, instruídos para operar en grandes núcleos, para dar batallas campales, para batirse en campo abierto, esos soldados, que por las lecciones que recibieron solo parecían capaces de hacer lo que podríamos llamar "la guerra seria", han demostrado que, llegado el momento, cuando las circunstancias así lo exigen, pueden y saben hacer la guerra irregular; que para ellos las formaciones en columna, los brillantes despliegues, las líneas estratégicas, las cargas por escuadrones, las retiradas escalonadas, los fuegos de "boleo", las postas cosacas; y hasta las tiendas de campaña y los zapatos solo tienen un valor relativo.