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Había cuatro o cinco Peces entre los oficiales generales del ejército, todos con buenos lotes en direcciones o capitanías generales. Los magistrados y jueces y promotores fiscales del género Pez se contaban por centenares, distribuidos en toda la España.

Debo advertir que se portaron bien y con verdadero espíritu militar en todo lo muy difícil y arriesgado que durante el sitio se les confió; pero su principal triunfo estaba en la calle Ancha entre muchachas solteras, casadas y viuditas. Llamábanse unos los <i>guacamayos</i>, por haber elegido el color grana para su uniforme, y estos formaban cuatro batallones de línea.

A los treinta años conoció á Neuville, un actor que representaba en teatrillos de ínfimo orden papeles de segundo galán; el admirable Neuville, tolerante y discreto, con quien la Montansier ya vieja y gloriosa, había de casarse treinta y cuatro años más tarde.

Una mañana montados en sendos caballos emprendieron secretamente la marcha hacia la ría de Orleo, distante cuatro leguas de Sarrió.

Tres o cuatro días estuvo el duque de Tornos entre la vida y la muerte. Al cabo cedió la calentura, y desapareció la gravedad. Sin embargo, la curación debía ser larguísima. Había dos costillas fracturadas, la mandíbula inferior también, y sobre esto, terribles magullamientos en otros varios parajes del cuerpo. Al cabo de un mes pudo trasladarse a Madrid.

El sol de verano caldeaba la muchedumbre, por entre la cual paseaban las chiquillas despeinadas y en chanclas, con el cántaro en la cadera, pregonando el agua fresca, y los mocetones de brazos hercúleos y arremangados, con pañuelo de seda en la cabeza, sosteniendo a pulso las pesadas heladoras y ofreciendo a gritos la horchata y el agua de cebada. Ya habían sonado las cuatro.

El paisaje parecía transformado como por arte de magia. Pasó sin atención la vista por el valle y resumió el presente y el porvenir en cuatro palabras: Sitiados por la nieve.

18 Después alcé mis ojos, y miré, y he aquí cuatro cuernos. 19 Y dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Qué [son] éstos? Y me respondió: Estos son los cuernos que aventaron a Judá, a Israel, y a Jerusalén. 20 Me mostró luego el SE

¡, víbora, ! ¡Pero yo he tenido padres sanos, ¿oyes?, ¡sanos! ¡Mi padre no ha muerto de delirio! ¡Yo hubiera tenido hijos como los de todo el mundo! ¡Esos son hijos tuyos, los cuatro tuyos!

Sobre la mesa ó bufete, que era de nogal, había recado de escribir, el Breviario y otros libros. Dos sillones de brazos, frente el uno del otro, con la mesa de por medio, y donde se sentaban nuestros interlocutores, eran de nogal igualmente. Á más de los dos sillones, había cuatro sillas arrimadas á la pared. Los asientos todos eran de enea.