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Vino la cuenta, y ¡eso si! en una cuartilla de papel azul, formando aguas, sin contar el borde dorado, leí 27 francos.

Su temprana afición a observar los aspectos más pintorescos de la vida le encaminó por el doble sendero del periodismo y de la investigación policial. Así, entre cuartilla y cuartilla, llegó a ocupar el puesto de Comisario de Pesquisas en la Policía de Buenos Aires, que tanto se adaptaba a las modalidades de su espíritu curioso y novelesco.

Matildita dio cien vueltas en torno mío, como una gata mimada, intentando averiguar si me sentía enfermo, como decía, o bien me hallaba bajo el peso de uno de esos dolores morales que, por desgracia, ¡ay!, ella tan bien conocía. No le fue posible, y quedó grandemente desabrida. Encerreme en mi cuarto y me puse a escribir una carta a Gloria, que me resultó de nueve pliegos y una cuartilla.

Juan González le será siempre agradecido. ¿Quisiera usted darme, Padre Ministro, una carta o papel de recomendación? El Padre Hurtado tomó una cuartilla, la partió cuidadosamente en dos, guardando una mitad para uso futuro, y trazó en el papel breves renglones. La metió dentro de un sobre, lo cerró y dirigió, y lo entregó a Juan González.

¡Quiero conocerla en seguida! exclamó, y si me gusta, empezaremos á ensayarla mañana mismo. Rojo de contento, Mr. Chalonette sacó su manuscrito y comenzó á leer. Acabó la lectura de la última cuartilla entre los brazos engañadores de Bissón. ¡Eso es admirable! repetía el dramaturgo. ¡Una obra maestra!... Pero, ¿quién iba á creerlo? El alguacil balbuceaba: Y... diga usted... ¿se estrenará pronto?

La riqueza y el buen gusto parecen haber reunido allí todos los primores del lujo moderno. Sentado junto a un veladorcito, donde aún se ven el servicio de , todo de plata, dos barajas francesas y un sortijero lleno de horquillas y pulseras, hay un hombre joven, de arrogante figura, que está haciendo números con un lápiz en una cuartilla de papel.

En medio de un religioso silencio se acercaron aquellos á la mesa, tomando asiento en unión del Gobernadorcillo en funciones, quién tiene voto personalísimo. Armado cada cual de pluma y cuartilla, en la que con anticipación se ha puesto el encabezamiento, se llenan los huecos estampando tres nombres, dos de libre elección del votante y uno forzoso.

Quisiera que observase Vd. dijo, por alargar la entrevista que he procurado reunir todo lo que se habló al iniciarse hace años el proyecto: aquí está lo que propuso González Brabo... esto es de Bravo Murillo, estas notas de Calvo Asensio... Don Luis tuvo que suspender la lectura: cada cuartilla se le antojaba un billete de entrada a la inmortalidad. ¡Vaya si hablaría!

La mano fina, aristocrática, trazaba rayitas paralelas en el margen de una cuartilla, después, encima, dibujaba otras rayitas, cruzando las primeras; y aquello semejaba una celosía. Detrás de la celosía se le figuró ver un manto negro y dos chispas detrás del manto, dos ojos que brillaban en la obscuridad. ¡Y si no hubiese más que los ojos!

Hay panoramas en este país imposibles de describir ni pintar. La más fácil pluma y el más valiente pincel vacilan en la cuartilla y en la paleta; ni en la primera se pueden coordinar ideas, ni en la segunda combinar colores que remotamente se aproximen á la realidad.