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B y su interesante familia nos fueron sumamente gratos, y aun nos sirvieron para obtener algunas nociones importantes. Con cuánta delicia oíamos al Sr. B , al recorrer el bosque vecino ó los jardines de la vasta habitacion, hablar entusiasmado de las bellezas del suelo colombiano y de la dulce índole de sus poblaciones.

El mundo colombiano, en todas sus regiones, tiene cuanta riqueza puede imaginarse: la naturaleza le ha dado la promesa del mas venturoso porvenir, en la opulencia de su territorio, y en la bravura heroica de sus hijos. Lo que ese hermoso mundo necesita es contacto con las demás sociedades, con todas las razas, con la civilización exterior en todo su desarrollo.

El médico viejo dejó de hablar y se quedó mirándome, buscando conocer mi opinión. , es horrible dije yo esa falta de respeto por la vida ajena. ¡Cuánta gente no se habrá sacrificado por esas ideas del rango y de la posición social que, después de todo, no sirven para nada! Son restos del feudalismo. Eso es. Es verdad. ¿Y qué dijo Machín al oírle contar a usted esto? Se puso como un loco.

¡Qué feliz he sido hoy en medio de esos honrados aldeanos! decía á don Silvestre su amigo durante la comida. ¡Cuánta poesía en aquel cuadro que me rodeaba! Porque su expresión no era la que dan la bajeza ni la ignorancia, sino la mansedumbre del justo, ó el rubor de la inocencia.

¡Cuán pronto! y realmente ¡con cuánta extraña rapidez! alcanzó Perla una edad en que ya era capaz de oir algo más que las palabras casi sin sentido con que una madre habla á su pequeñuela.

Ella lo llamó por teléfono para decirle que no volviese más a su casa, sin una palabra, ¡sin una mirada que atenuase tan brutal resolución!... ¡Cuánta mayor nobleza y sentimiento había en la pena de esta pobre muchacha soltera, casi solterona ya, que ahora le hablaba en nombre de su hermana menor!

»Queríale Jerónimo como si hubiese sido realmente su hijo; Genoveva al morir nos encargó con las lágrimas en los ojos que no le desamparásemos, y yo fenecía de placer cuando mi rapazuelo corregía, á los padres graves que solían pasar por el pueblo, el latín corrupto que vomitaban con tanto exceso cuanta era su ignorancia

Si no hubiera pasado largas horas echado en la yerba, mirando ó escuchando á tales seres, hermanillos míos, quizá no habría comprendido tan bien cuánta es la vida de esta gran tierra que lleva en su seno á todos los infinitamente pequeños y los transporta con nosotros por el espacio insondable. #Las cumbres y los valles#

Ya puede comprenderse con cuánta alegría veían ambas mujeres la llegada del loco; era para ellas una verdadera calamidad. Ahora bien: aquel año, no habiendo vuelto Yégof, las dos hermanas le creyeron muerto, y se regocijaron con la idea de no verle más.

Pero la compasión de varios colegas que se le acercaron le hizo muy pronto cerciorarse. ¡Dios mío, cuánta compasión le prodigaron en pocos minutos! ¡Qué lamentos! ¡Cuántas invectivas contra el jurado! ¡Oh! ¡No hay nada más grandioso que la compasión de un compañero de oficio! Mario se mostró sereno. Les dio las gracias con sonrisa dulce y se retiró.