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¡Hace mil seiscientos años! dijo Hullin ; ¡demonio, Yégof, resulta que somos viejísimos! De todos modos, no importa; cada cual cree lo que le parece. añadió el loco ; pero, con tu obstinación de costumbre, no quisiste oír nada; hubo muchos muertos en el Blutfeld, y esos muertos claman venganza.

El dia 22 á las cinco de la mañana se avistó la boca del rio que se buscaba, la cual se reconoció llena de bajios y dimos fondo en tres brazas, y echando el bote al agua entramos en dicha boca con la sonda en mano, y desembarcamos en tierra.

De relato en relato, de idilio en idilio y de desengaño en desengaño, vinimos á parar á las mujeres del país, y cada cual opinó á su manera.

El de usted ha terminado; el mío empieza; porque no ha de escapar a la fina penetración de su inteligencia los malos ratos que me esperan frente a la oposición de Clotilde y de sus hermanas, de las tías de Inesita, de las hermanas y cuñados de ésta, de sus primos y primas, de toda la familia, en fin, la cual es natural que prefiera para Inesita el apellido y la fortuna de un Nuezvana antes que el oscuro nombre y la casi pobreza de mi pariente.

Luz y sus dos amigas paseaban juntas muy a menudo, juntas se bañaban y juntas asistían a bailes, jiras y conciertos. Luz, en cambio, nada por el estilo podía contarlas; porque hasta de su mundo, al cual era recién llegada, sabía mucho menos que ellas, aunque sólo le conocían de oídas.

Vicaquirao se lo dijo, y entónces aquel señor le dijo á Vicaquirao el arma que les habia dado y acuerdo que habian tenido, y lo que en el tal acuerdo se habia acordado, y á lo que él habia salido. Todo lo cual oido por Vicaquirao, le tomó muy gran risa á él y á los suyos que allí estaban en torno, y fué tan de gana este reir, que aquel señor se rió con ellos.

Dejó mi criado la señal que le pidieron, y dos horas después ya estaba en la puerta de mi casa un birlocho pardo con varias capas de polvo de todos los días y calidades, el cual no le quitaban nunca porque no se viese el estado en que estaba, y aun yo tuve para que lo debían de sacar en los días de aire a tomar polvo para que le encubriese las macas que tendría.

Al principio fruncía el seno, cual si la repeliese, mas poco a poco su rostro fue aclarándose con una sonrisa maliciosa. A propósito, Gabriel dijo con un acento meloso que tenía algo de agresivo . Recuerdo que, cuando lo del Monumento de Semana Santa, me hablaste de que necesitas ganar dinero para tu hermano.

Finalmente, para que el comercio de la cascarilla tome una estension conveniente, para que pueda, á mas de ser duradero, producir las incalculables ventajas de que es capaz bajo una buena administracion, seria menester que el Gobierno instituyese un régimen severo y bien reglamentado acerca de las cosechas, y que tratase de establecer cuanto ántes el Banco de rescates proyectado, del cual depende la regularizacion de este comercio en el estrangero.

Venían a menudo a verme el Cura don Sabas y Neluco, y pasaban conmigo largos ratos; continuaba la tertulia de la noche muy concurrida y animada; presidíala yo con la mayor asiduidad, y hacía de tripas corazón para creerme muy divertido en ella, o para darlo a entender delante de aquellos rústicos y buenos tertulianos; ocupábame a ratos en despachar mi correspondencia o en arreglar los papeles y cuentas de la testamentaría; hablaba con Facia y me complacía en ver cómo, creyéndose ya, en virtud de las noticias traídas por el juez municipal de marras, y de mis subsiguientes reflexiones, libre para siempre de la cruz que tanto la había oprimido, y dando por guardado en el fondo de una sepultura el secreto de lo que podía ser afrenta para su hija, iba la pobre mujer tornando a la vida, y recobrando poco a poco las extenuadas fuerzas de su espíritu, llorando y rezando a la vez por el hombre desventurado, muerto con el alma manchada de negras intenciones, tras una vida azarosa y criminal; gozábame también en descifrar en el impenetrable continente de Chisco ciertos confusos caracteres que delataban en los adentros de su pechazo un regocijo manso y profundo desde la herencia de la «pilá de onzas», y en tirarle de la lengua para saber cómo andaba desde entonces en sus tratos y amistades con la familia del Topero, el cual, según mis noticias, se había humanizado mucho con él y hasta «le echaba memoriales con los ojos» y aun con algunas indirectas demasiado insinuantes; interesábame de veras Pito Salces, que andaba amurriadote y receloso temiendo que hubieran cambiado las buenas disposiciones de Tona hacia él desde que era rica por su madre, y hasta por propia, tomando el pobre por desdenes el pasmo, muy natural, en que cayó la mozona en aquellos días de lances gordos; salía de casa algunas veces para ventilar un poco las ideas y estirar los miembros entumecidos, aunque hallaba siempre el suelo como una esponja encharcada, y frío el sol que iluminaba el valle, mientras me segaba las barbas el ambiente que no apagaba una cerilla, y tenía que volverme a mi agujero sin haberme atrevido a descender el pedregal por donde querían conducirme los impulsos de mi necesidad de departir con alguien que me comprendiera; tramábala con Chisco después, o con el primero que se me pusiera por delante, y, en fin, hasta procuraba, siguiendo las enseñanzas bucólicas de Neluco, descender con mi razón, más luminosa, a las tenebrosidades de aquellos hombres para hallar el nivel apetecido y con él el prometido deleite; pero aun así, me sobraban horas y horas eternas de soledad y de silencio en aquellos páramos envejecidos y negros en que resonaba el eco de mis pasos febriles como si los diera bajo las bóvedas sombrías de un calabozo; y por donde quiera que la mirara, aquella mi labor heroica para hacer la vida más llevadera no venía a ser otra cosa que labor de encarcelado, hasta con el tenaz, profundo y tentador deseo de escaparme.