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Vn modelo de Iglesia, en forma de Cruz, de madera. En otro transito pequeño, como se entra en la Galería a mano derecha, se allaron diferentes marcos y bastidores y tablas, todo de poca importancia, y con esto un marco negro de espejo sin luna. Mas se allaron dos bolas aobadas de bronce con unos cordones. Dos compases grandes de yerro, uno mayor que otro. Vn mapa arrollado.

Pero Villalonga y Santa Cruz lo pasaron peor, porque el primero recibió un sablazo en el hombro que le tuvo derrengado por espacio de dos meses largos, y el segundo fue cogido junto a la esquina del Teatro Real y llevado a la prevención en una cuerda de presos, compuesta de varios estudiantes decentes y algunos pilluelos de muy mal pelaje.

Estábase de rodillas y en cruz una hora seguida; cuando empezaba á contar los éxtasis que le daban y las visiones que tenía, era el cuento de las cabras de Sancho. El esposo pedía á Dios que le librara de aquel infierno vivo. Doña Clara no amaba á su hija ni á su esposo, y éste que la había amado mucho, concluyó por aborrecerla.

Y además estaba sujeta a una deuda que mal se podría enjugar con lo que ella valía. Estaba fresca Anita. Ni rico había sabido hacerse el infeliz ateo. ¡Perder el alma y el cuerpo, el cielo y la tierra! Negocio redondo. Pero, en fin, a lo hecho pecho. Había echado sobre sus hombros una carga bien pesada: mas ¿quién no tiene su cruz? Ana tardó un mes en dejar el lecho.

Al principio de esta comedia se hace mención, con palabras que manifiestan el más vivo interés, de la muerte del duque de Lerma, que falleció en el sitio de Maestricht en el verano de 1639, cuya circunstancia hace conjeturar que este drama se representó probablemente poco después de esa fecha. La vida es sueño. El purgatorio de San Patricio. La gran Cenobia. La devoción de la Cruz.

Estaba empedrado, y en el medio había una fuente de piedra oscurecida por el musgo; cerca de ella un gran pilón cuadrado, donde lavaban ropa dos hermanas. En uno de los lienzos de aquel patio acerté a ver una puerta mayor que las otras, de arco ojival, con cruz de piedra encima, y presumí inmediatamente que era la de la capilla.

Consigna el mismo Diario á 18 de Diciembre que entre las cosas que mostró el Almirante y dieron contento al cacique Guacanagarí, fueron las banderas reales y las otras de la cruz.

Era un caserón destartalado y obscuro, muy satisfecho de lucir sobre su pórtico ojival una vetusta cruz de arenisca roja, con una inscripción latina. Junto a aquella casa, vi otra más pequeña con postigos grises, y el jardín detrás. La conocí en seguida y entré sin llamar.

Y triunfarán de los verdugos fieros de cien persecuciones al estrago, de las garras de tigres carniceros, de falaces serpientes al halago; y aunque derramen, embotando aceros, para ahogar la verdad, de sangre un lago, que si la Cruz al lago es arrojada, sobre el lago de sangre sobrenada. Y vencieron.

Allí se va por las mañanas, y no quita los ojos del portal de Santa Cruz, acechando si entran o salen. El muy tonto, ¡qué mal lo disimula!