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Pero ninguno de estos accidentes me confundió tanto como la transformación de su voz, que adquirió cierta sonora gravedad bien distinta de aquel travieso y alegre chillido con que me llamaba antes, trastornándome el juicio, y obligándome a olvidar mis quehaceres, para acudir al juego. El capullo se convertía en rosa y la crisálida en.

Más loco debe él estar ya, que no el oráculo que busca; si se muere la Sultana, la juventud y belleza de cien ciudades de aquende y allende el mar le brindarán con otras mil beldades, y si la Sultana vive, tanto mejor si la posee muda y convertida en estatua. Esto será poseer una mariposa en estado de crisálida.... tanto mejor poseer la belleza sin alas."

Porque es menester no confundir el amor con su apariencia. Al saltar de la niñez a la pubertad, le ocurre a la mujer lo que a la mariposa al salir de su estado de crisálida. Sus primeros vuelos son inciertos, aturdidos, inseguros. Las alas son tiernas, débiles, y no han adquirido aún el sentido de orientación.

Pues bien, dentro de poco te sumiré en letargo profundísimo; el hermano Tiburcio y yo te ungiremos las sienes y la frente con un precioso bálsamo, te tenderemos y te encerraremos en ese féretro que miras abierto en el suelo; y al cabo de poco, si no son falsas mis teorías, aunque nunca corroboradas aún por la experiencia, así como la crisálida rompe la tela que la envuelve y sale convertida en mariposa, aparecerás , mozo robusto y capaz, si tienes brío en el alma, de acometer y de dar cima a las empresas más arriesgadas y espantables.

Con la salud nueva sentía Emma esperanzas locas de no sabía qué deleites; y a tanto llegó esta fuerza expansiva, que aquellos mismos placeres secretos de su retiro voluntario, llegaron a parecerla insuficientes, no saciaban su sed de emociones extrañas; y, entonces, rompiendo la crisálida de su encerrona, determinó salir al mundo, no sin cautela, no sin disimulos, en busca de aventuras de que no había de dar cuenta a los parientes, procuradas entre misterios que las había de hacer más sabrosas.

Parecía escapar como una crisálida convertida en mariposa inmaterial, que volara por un mundo irremisiblemente perdido para su corazón. Contempló su propia silueta infantil diseñada como una figura de relieve cubierta de polvo en su recuerdo. Y vio también a Raquel, de seis años, otra figura, otro relieve cubierto de polvo; Raquel vestida de negro, con dos hilos de lágrimas en las mejillas rojas.

La noble viuda comprendió debía confiar la educación de su hija á uno de esos centros en que la vida se auna con el saber, formando de la niña que juega con la muñeca, la mujer que piensa en las hojas del libro, ó siente ante el teclado del piano. De la muñeca al piano, hay la misma distancia que de la crisálida á la mariposa.

En esto llega el señor empleado del Índice, silencioso siempre como un pez, y en lugar del libro le entrega de nuevo la papeleta. El sabio en estado de crisálida no sabe lo que aquello significa y da vueltas entre sus dedos al papel hasta que percibe dos palabritas de distinta letra debajo de su petición: no consta.

Se me antojan prematuramente envejecidos; seres desventurados para los cuales murió en crisálida la mariposa azul de las juveniles esperanzas. Esta tristeza de las almas, en contraste con el risueño aspecto de los campos, trasciende a todo: a los edificios, a las calles, a los trajes, a las personas, a su trato, a sus maneras y a su lenguaje.

Don Cayetano podía oírlo todo, pero doña Anuncia hubiera preferido metáforas y perífrasis. «El desarrollo contenido», «la crítica y misteriosa metamorfosis», «la crisálida que se rompe», todo eso estaba bien; pero el médico añadía unos detalles que doña Anuncia no vacilaba en calificar de groseros. «¡Qué gentes trataba mi hermanodecía poniendo los ojos en blanco.