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Me parece que en este punto, como en muchos otros, la ciencia no ha notado bastante la admirable profundidad de la Religion cristiana; esta lo ha dicho todo con una palabra tan tierna, como llena de sentido: Amor. Permítaseme llamar muy particularmente la atencion de los lectores sobre la teoría que voy á desenvolver.

Cansado de inútiles súplicas, y aconsejado por piadosos amigos, acudí a Roma pidiendo mi exclaustración, y al cabo de algún tiempo el Papa me la concedió en un Breve, que tendré el placer de enseñar a Vd. Por fin iba a realizar la constante idea de juventud; por fin iba a ser misionero y mártir de la civilización cristiana.

Al mismo tiempo que la geografía árabe hacía surgir tierras del Mar Tenebroso, la leyenda cristiana lo poblaba con islas no menos maravillosas. Cuando los moros invadían la Península derrotando al rey Roderico, una muchedumbre de cristianos, llevando a su frente a siete obispos, se había embarcado, para huir Océano adentro hasta dar con una isla en la que fundaba siete ciudades.

Llega uno á perderla de vista en el seno de aquel estenso bosque de columnas: recorre el monumento, da con ella y siente palpitar de ira el corazon al ver tal sacrilegio. ¿Qué? ¿no habia otro local en Córdoba donde levantar esta capilla? ¿Cómo no fueron á sentarla sobre las ya dispersas ruinas de otros monumentos? ¿no advirtió Alonso Manrique que iba á profanar una mezquita respetada por las armas del mismo S. Fernando? ¿una mezquita, única en su género, sin igual no solo en España, sino en las opulentísimas ciudades del oriente? ¿una mezquita que encierra en sola toda la historia del arte árabe, una mezquita que es el mas bello álbum que nos legó un gran pueblo? ¡Ah! diria él: ¡es preciso que la cruz brille radiante de magestad y gloria en el último templo del Profeta! ¡es preciso que desaparezca el carácter marcadamente sensual del monumento! ¡es preciso que el viajero respire en él solo el aire de la religion cristiana!

Y adiós de nuevo y para siempreCuatro años después de escrita esta carta, doña Mencía, apartada del mundo y de todo trato de gentes, salvo el de sus hermanas las religiosas, se consumió como si un fuego interior la devorase, se marchitó como rosa aromática en el ardor del estío, y entregó a Dios su alma en el convento de Santa Clara de Córdoba, edificando con su resignada, ejemplar y cristiana muerte a las pocas personas que por entonces la trataban.

Mientras los padres de la Iglesia y los primeros expositores de la doctrina cristiana rivalizaban en celo contra el drama, aparecían en el seno de la nueva Iglesia elementos dramáticos, que sólo esperaban una época favorable para desenvolverse.

Erigida la pobreza de espíritu en virtud cristiana, por ser la condición más favorable a la admisión y a la conservación de la más maravillosa concepción humana, el descenso del espíritu crítico, así descalificado, fue la consecuencia inmediata, pero no fue suficiente en el comienzo.

El hombre moderno no debía perder el tiempo preguntándose sobre el origen del mal ó si la naturaleza está corrompida por el pecado: las dos grandes preocupaciones de la moral cristiana. Bastábale saber que la naturaleza, buena ó mala, se modifica ó transforma por el trabajo.

Lázaro observaba que la caridad cristiana aparece en los Evangelios muy diferente, de la que se ejercía en torno suyo, que no eran siempre la humildad y la mansedumbre los móviles de los amigos íntimos del obispo, y que algunas veces se vela asomar cobardemente a los labios de los familiares cierta sonrisa reveladora de hipocresía y envidia.

Pero pregunto á los que me tachen de mal español porque hablo mal de malos españoles, ¿los míseros judíos que por sus desdichas desde el año 70 de la era cristiana estaban avecindados en estas tierras, no eran españoles tambien como nosotros? El ser de diversa religion que los reyes i la mayor parte del pueblo, les podia quitar la patria?