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Vió cómo una masa de curiosos formaba semicírculo en torno á la fachada de cristal del edificio, completamente abierta, que le servía á él para entrar y salir. Numerosos jinetes contenían á estos curiosos para que dejasen paso franco al ilustre visitante.

Los tiradores del cajón son de cristal límpido; un gran tablero de madera se extiende a ras del suelo, entre las bases de las columnas y los pies de la mesa.

Al llegar al palacio, se presentan al viajero dilatados y espléndidos jardines, que son como la alfombra que se tiende al pié del edificio: fuentes y estanques en abundancia hermosean el lienzo que la vegetacion ofrece, siempre lozana en Inglaterra. Cerrando el cuadro se levanta el majestuoso palacio, todo de cristal, soberbio y admirable.

Ahora me explico del mismo modo, que Paris sea la ciudad más alumbrada, más brillante del universo. Todo lo que tire á luces, y reflejos, y visos, y prismas, entra de lleno en el gusto francés. La ley aboliendo el pauperismo, no es más que un reflejo de ese cristal; un golpe mágico de aquel palaustre, un chiste de aquel cómico.

Toda la habitación le pareció a Lucía llena de flores; del cristal del espejo creyó ver salir llamas; cerró los ojos, como se cierran siempre en todo instante de dicha suprema, tal como si la felicidad tuviese también su pudor, y para que no cayese en tierra, los mismos brazos de Juan tuvieron delicadamente que servir de apoyo a aquel cuerpo envuelto en tules blancos, de que en aquella hora de nacimiento parecía brotar luz.

Yo creo que lo que mejor se observa y sobre lo que mejor se discurre no es sobre lo extraño y lejano, sino sobre lo que está más cerca, sobre cuanto nos rodea y nos es propio. Como mejor se ven las cosas no es con telescopio ni con microscopio, sino con los ojos de la cara, directamente. Todo cristal para prolongar la vista deforma los objetos.

En la parte baja de la Ribera pululaban los golfos ofreciendo «las buenas botellas modernistas de cristal tallado... a real». Unas mujeres atraían en torno de ellas gran aglomeración de gentes de su sexo, ofreciendo «las magníficas medias escocesas de hilo... a tres reales el par». Maltrana se introdujo en el corro femenil, llevando del brazo a Feli.

Usted puede bajar, si gusta; lo que es mi marido no se mete ahí, y tiró de valerosamente hácia la plaza de la Concordia. Mi hombre no se atrevió á habérselas con una señora, y tuvo que capitular, bien á pesar suyo. Si mi mujer no se convierte en casa de asilo, me coge y me empaqueta en la máquina de cristal, como me llevó casi en vilo á colocarme sobre la baranda del Panteon.

Al frente se ostentaban como dos gigantes el soberbio nevado del Eiger, al S., redondo en su base, y al N.-E. el Mettenberg, teniendo en medio, en la parte baja, la nevera inferior de Grindelwald, que descendía hasta el fondo del valle, y en la parte superior los nevados Viescherhorner, cerrando el horizonte como una fortaleza colosal de cristal ó de plata.

Por lo que hace á salones artísticos, el Palacio de cristal contiene admirables cosas.