United States or North Korea ? Vote for the TOP Country of the Week !


El médico iba á pie, recomendando al cochero que marchase despacio. Miguel la vió pasar, rígida, los ojos agrandados por el asombro, la boca crispada por el dolor, con aquel moribundo en sus rodillas. Su actitud era la misma de la madre divina al pie de la cruz, pero con algo impuro y vergonzoso en su pena que hacía inadmisible la imagen. «¡Oh, Venus dolorosaNo pudo continuar sus pensamientos.

La madreselva, arisca y melancólica por la nostalgia que la perturba, busca el campo de donde contra su voluntad la han traído; mira ansiosa á todos lados para orientarse; se va arrastrando por los troncos, por las barandillas, por las escalinatas, hasta que logra tocar con su crispada mano la cerca; sube; va trepando, trepando, y se asoma para ver horizontes y el libre espacio y hacerse la ilusión de que es libre.

Se levantó rígido, tieso como un muerto, pareciendo que se alargaba su estatura hasta crecer la mitad... Allí..., allí..., allá lejos, a veinte brazas de aquella roca se agitaba el agua un poco, se formaba un remolino, aparecía un punto negro... , , no había duda... ¡Jesucristo!... ¡Una manita crispada que se alza pidiendo socorro!...

Y el pobre muchacho apretaba con mano crispada su junquillo, que para su imaginación era «toledano acero», y pensaba desordenadamente en Lope de Vega, Quevedo, Cervantes y Lord Byron; en todos los grandes hombres que, según frase de Andresito, habían tenido malas pulgas, y lo mismo escribían que daban una estocada.

¿Qué hacer continuó diciendo el canónigo con este enemigo casero tantas veces perdonado? ¿Qué hacer con este siervo alevoso, que de día nos aborda con la sonrisa en los dientes, mientras acecha de noche nuestro sueño con la mano crispada sobre corvo puñal?

Pero, examinando más de cerca el cadáver, se encontró en su mano crispada algunos cabellos más cortos y más rudos que los de una mujer y de un color más natural que los del duque. El actuario, al levantar un mueble derribado, recogió un botón de librea con las armas de los Villanera. Finalmente el cajón donde la señora Chermidy había guardado cien mil francos, estaba vacío.

¡Máximo! ¡Máximo! por favor, por piedad, en nombre de Dios, hábleme, perdóneme. Me levanté y la vi en el hueco de la ventana, en medio de una aureola de pálida luz, con la cabeza desnuda, los cabellos caídos, la mano crispada sobre el travesaño de la cruz, y los ojos ardientemente fijos sobre el sombrío precipicio. No tema nada le dije. No me he hecho mal alguno.

Verdaderamente era tentar al diablo... El golpe era fácil... demasiado fácil... Pero no, no tan fácil como parecía... Aunque hubiera querido, su mano crispada no hubiera obedecido a su voluntad impotente. En vano trataba de avivar su rencor y de mascullar sus malas voluntades; no podía herir a aquel hombre a quien odiaba, pero que se fiaba así de su lealtad...

Y diciendo y haciendo los agarró con mano crispada del brazo, y bajándolos de la silla los arrastró hasta el lavabo del gabinete contiguo, y quieras que no les metió la cabeza en una disolución de sublimado y les restregó los labios y las mejillas casi hasta hacerles brotar la sangre. Los niños protestaban con altos gritos de aquel lavatorio intempestivo y cruel.

Estaba inmóvil junto a Oliverio, la manecita temblorosa al lado de la mano del joven, crispada sobre el pasamano de la balaustrada, la cabeza inclinada sobre el mar, los ojos entreabiertos, con esa expresión de extravío que caracteriza al vértigo, el rostro pálido, como el de un niño moribundo. Oliverio fue el primero que advirtió que iba a desmayarse y la tomó en los brazos.