United States or Kazakhstan ? Vote for the TOP Country of the Week !


Señor gritaba él yo no sirvo para eso; no se me haga a mi hablar del tiempo, del mal servicio de criadas, de la carestía de los comestibles. ¡Exíjase de cualquier cosa menos hacer visitas de cumplido! Yo soy artista, no sirvo para esas nimiedades decía para sus adentros.

Quedé huérfana, y atenida al miserable salario y a las angustiadas mercedes que a las tales criadas se suele dar en palacio; y, en este tiempo, sin que diese yo ocasión a ello, se enamoró de mi un escudero de casa, hombre ya en días, barbudo y apersonado, y, sobre todo, hidalgo como el rey, porque era montañés.

Las criadas de servir, con el cesto al brazo, ancho mandil de tela gris o azul, pelo bien alisado como de mujer que sólo dispone en el día de diez minutos para el tocador y los aprovecha , iban con paso ligero, temerosas de que se les hiciese tarde.

Con Fortunata volvió a intimar después de la escena violenta que he descrito, y juntas echaron largos párrafos en la cocina, mientras pelaban patatas o fregaban los peroles y cazuelas. Allí gozaban de cierta libertad, y estaban sin tocas y en traje de mecánica como las criadas de cualquier casa.

Allá, a la hora del crepúsculo, cuando las nieblas descienden al fondo de los valles y el céfiro pliega sus alas sobre las flores, Manolo suele pegar un tremendo empujón a su amigo Grabiel que le hace caer sobre el grupo de criadas, las cuales reciben el golpe como una manifestación de respeto y galantería. A partir del empujón, entre reclutas y criadas se establece una amistad inalterable.

¿Y las conversaciones de las criadas que respondían a las jeremiadas de la viuda del otro lado de la valla? Todo esto producía a la joven empleada una sensación de malestar y de repugnancia.

A ver si llegas a general le dijo . ¡Está una tan cansada de ver generalas que empezaron siendo criadas!... El miedo a la mujer, una buena suerte incansable y el afán de que su nombre apareciese en letras de imprenta y fuese cantado en verso con acompañamiento de guitarra, le empujaron en su ascensión gloriosa.

Cuando se hacía momentáneamente el silencio en el comedor, oíase cómo se regocijaba fuera la plebe; el rasgueo de la guitarra, el estallido de los cohetes, el cacareo de las mujeres; y algunas veces el estruendo venía de abajo, de la cocina, donde sonaban el vozarrón de Nelet y las corridas medrosas de las criadas, con chillidos de protesta débil. También allí partían huevos.

Entonces llevaron fuera de la alcoba á la madre, al padre y á los más inmediatos parientes, y dos ó tres amigas y las criadas se ocuparon en cumplir el último deber con la pobre niña muerta. La vistieron con riquísimo traje de batista, la falda blanca y ligera como una nube, toda llena de encajes y rizos que la asemejaban á espuma.

Los ojos del capitán se oscurecieron, fruncióse su frente y dijo sordamente: No hay necesidad de avisar á nadie... Arréglate con las criadas como has hecho otras veces. D.ª Robustiana quedó confusa y triste. No volvió ya á mentarle el nombre de su gentil amiguita.