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No dijo Godfrey, sintiendo que un vivo sonrojo le subía a la cara y sintiéndose molesto ; pero no creo que guste de . ¡Qué no creéis! ¿Por qué no habéis tenido el valor de preguntárselo? ¿Siempre deseáis vos casaros con ella? Esta es la cuestión. No deseo casarme con otra respondió Godfrey, de un modo evasivo.

Yo creo que . Yo también lo he creído. Sufre... Algunas veces la he sorprendido llorando, y he comprendido la causa de sus lágrimas: he comprendido que estaba enamorada. Un día la sorprendí mirando un retrato. ¡Un retrato! ¿pero de quién? No lo . Al verme se puso vivamente encarnada, se volvió y ocultó el retrato en el pecho.

¡Cómo cinco! ¿Cuáles son? Agua, fuego, tierra, aire y aguardiente. ¿Porqué el aguardiente? 35 Porque mi padre, siempre que lo bebe, dice que está en su elemento. ¡Papá, papá! Planté patatas en el huerto, y ¿sabes lo que ha salido? Ya lo creo. Patatas. 40 No, papá; han salido unos puercos y se las han comido.

Y la capa observó el Conde; la olvida usted, y hará frío. No lo creo. En efecto rectificó la tía, tocando la mano de Judit, está abrasando. ¿Será que tienes fiebre? Convendría que no salieras. No, tía se apresuró a contestar la joven; nunca me he sentido mejor. El cupé aguardaba a la puerta; subieron a él y atravesaron los bulevares, juntos, en pleno día.

Pensando, pensando, pensando no si con acierto, pues a veces se acierta menos cuanto más se piensa yo creo haber llegado a descubrir el diablo aderezador a que se refiere Shakespeare. Este diablo es la moda. No me cabe duda: la moda surge de las inspiraciones del diablo.

Alfonso habla con cierta amargura contra lo que llama su deslealtad, y esto me mortifica, porque yo creo bueno a este príncipe e inocente del crimen de su desventurado padre.

señora: los ingleses, sabiendo que yo no era bailarín, creyeron que tenía bastante con una. En cuanto a dureza, creo que la tiene, aunque entavía no se me ha puesto delante la popa de ningún inglés para probarla. Muy bravo estás dijo mi ama ; quiera Dios no pierdas también la otra. «El que busca el peligro...»

Campo, esto no se puede negar, canta tan á menudo lo que siente como lo que no siente, y creo en conciencia que él mismo no lo distingue: el poeta cantará siempre mejor lo que cree sentir que lo que siente en realidad... ¡Ay! Si expresáramos bien lo que á veces sentimos, ¿qué poeta no sería gran poeta?

Cierto: faltan la intimidad de las provincias, el roce continuo, ciertas reuniones de confianza.... Y a propósito: creo haber entendido que pensaba usted dar algunas. ¡Es usted el mismo demonio! saltó don Simón, admirado de que también le hubiese leído su segundo pensamiento. ¿Luego es cierto? Pshé... volvió a responder el pobre hombre, sonriendo de gusto.

Pasaron allí creo que ocho o diez días, encantados, sin aburrirse ni un solo momento, viendo los portentos de la arquitectura y de la Naturaleza, participando del buen humor que allí se respira con el aire y se recoge de las miradas de los transeúntes.